MEMORIA HISTÓRICA

El cementerio de Torrero honra ya a las 3.542 víctimas de la Guerra Civil y la posguerra

Inaugurado el monumento conmemorativo, en un acto al que asistió el cantautor Joan Manuel Serrat.Más de mil personas depositaron flores ante las placas que recuerdan a sus familiares.

Serrat ha intervenido en el acto
Una espiral de perdón recuerda a 3.542 víctimas del franquismo
JAVIER CEBOLLADA/EFE

"Hoy es un día luminoso para la justicia y la libertad". El cantautor Joan Manuel Serrat se sumó ayer al homenaje a los 3.542 fusilados en Zaragoza durante la Guerra Civil y la posguerra, celebrado en el cementerio de Torrero. Su presencia en el acto no era gratuita. Su madre, siendo niña, vivía en Belchite cuando iban a entrar las tropas franquistas durante la guerra. Y la enviaron a casa de sus tíos a avisarles. Cuando llegó, ya los habían fusilado. Volvió sobre sus pasos y, al llegar a casa, había ocurrido lo mismo con sus padres. Desesperada, echó a andar, siguiendo la vía del tren... Y acabó en Barcelona.


Más de mil personas asistieron ayer a la inauguración del monumento conmemorativo, obra de Fernando Bayo y Miguel Ángel Arrudi. En lo oficial, el acto, que contó con representación de todos los partidos políticos en el Ayuntamiento, se 'olvidó' de quien no debía: la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en Aragón, que tuvo un papel muy discreto en la ceremonia.


Habló el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch: "Fue una espiral de odio la que acabó con sus vidas (en referencia a las víctimas), y con sus nombres se ha construido una espiral de reconciliación y perdón".


"Descansan en paz"


Intervino también el historiador Julián Casanova, que coordinó el equipo cuya investigación ha sido la base del monumento: "La información y la verdad se han acabado imponiendo a la ocultación y a la mentira. ¡Larga vida a la libertad!". E hizo lo propio Manuel Pérez Lizano, descendiente del ex alcalde de Zaragoza de idéntico nombre, fusilado junto a otros ocho concejales: "Hemos vivido durante años y años con un vacío interior que hoy hemos resarcido. Esto es un ejercicio de justicia".


Tomó la palabra también Javier Lambán, presidente de la DPZ. "Quisieron aniquilarlos físicamente y lo consiguieron. Quisieron borrar su nombre de la faz de la Tierra y, por suerte, se les ha rescatado del olvido. Ahora podemos decir que descansan en paz".


Y antes de que cerrara el acto Serrat, tomó la palabra el presidente aragonés, Marcelino Iglesias: "No podemos cambiar el pasado, pero el futuro es nuestra responsabilidad. Frente a la enfermedad del olvido, Zaragoza aporta este lugar de la memoria".


Fue un acto más político que otra cosa, en el que, al final, un grupo de personas afines a CHA, formación política que presentó la moción para que se construyera el monumento, cantó el 'Himno a la Libertad' de Labordeta, intentando imponerse a la música de la megafonía oficial.


Pero los protagonistas de la jornada fueron los familiares de las víctimas, de los 3.542 nombres comprendidos entre los de Isidoro Achón Gallita, concejal del Ayuntamiento de 60 años, cuyo cuerpo apareció en el paseo del Ebro al poco de declararse la guerra en el 36, y Nicasio Sanz Quintana, de 23, fusilado el 20 de agosto de 1946. Una veintena de voluntarios, listas en mano, atendían con solicitud y amabilidad exquisita a los familiares, indicándoles el lugar en el que podían encontrar la placa de su ser querido. Y escuchaban, también ellos, intentando contener las lágrimas, historias de revanchas, recelos, delaciones, olvidos... Se repartieron claveles rojos pero no se dejó poner flores en el monumento antes de que lo inauguraran las autoridades, lo que no fue elegante.


Pero lo importante, en un "día luminoso para la justicia y la libertad" fue el homenaje a las víctimas.