JUICIO POR EL CRIMEN DEL CAMIONERO

El fiscal mantiene la petición de 23 años para Larriba

La acusación particular, por su parte, tampoco ha variado en su pretension inicial y sigue demandando 25 años de prisión para Juan Carlos Larriba.

El Ministerio Fiscal y la acusación particular han mantenido su petición de 23 y 25 años de cárcel, respectivamente, para el joven que desde el pasado lunes ha sido juzgado por el asesinato del camionero andaluz José María Justicia, un hombre de 38 años que falleció en 2006, en Zaragoza, como consecuencia de una brutal paliza.


Ambas acusaciones han coincidido en sus informes finales en que existen pruebas suficientes para declarar a Juan Carlos Larriba culpable del asesinato de José María Justicia, natural de Huelma (Jaén), mientras que la defensa, ejercida por la letrada Carmen Sánchez, ha solicitado la libre absolución de su representado al considerar que la investigación está "llena de irregularidades".


La vista oral, que se ha celebrado esta semana ante un jurado popular, continuará el lunes con la entrega a los miembros del mismo del escrito objeto de veredicto, para que puedan comenzar a deliberar si es culpable o inocente.


En la jornada del viernes, han declarado dos médicos forenses, dos psicólogas, varios guardias civiles y dos testigos, uno de ellos Manuel S.B., de 20 años y que entonces era menor de edad, quien acompañaba al acusado la madrugada en que ocurrieron los hechos, el 21 de mayo de 2006, en la calle San Vicente Mártir, en el casco viejo de la capital aragonesa.


Ha explicado que iban los dos solos por la citada calle y se cruzaron con dos hombres más mayores, de unos 40 años y con acento andaluz, y tras intercambiar unas palabras se encaró con uno de ellos.


Posteriormente, ha añadido, sólo pudo ver que el otro camionero estaba en el suelo, arrinconado, y al que su amigo le daba, al menos, una patada en la parte superior del cuerpo.


El testigo ha recordado que los dos se fueron del lugar de los hechos sin saber lo que había ocurrido, es decir, que el hombre había fallecido, y ha insistido en que tampoco se enteró en los días posteriores, ya que se fue a Hospitalet (Barcelona) a trabajar con sus tíos y no leyó la prensa.


No volvió a saber nada más del asunto, ha continuado, hasta que, un año después, la Guardia Civil le llamó a su casa y le dijeron que tenía que ir a declarar con respecto a esta pelea, ha dicho Manuel S.B., quien ha negado haber estado sometido a presiones o coacciones por parte de los agentes, aunque sí ha reconocido que le dijeron que si no declaraba lo meterían ocho años en un reformatorio.


Sobre Larriba, ha declarado que es una persona impulsiva, que tiende a saltar antes que nadie y que se jactó de haber dado "bien" al camionero y de haberlo dejado en el suelo.


Las psicólogas, respecto al acusado, han afirmado que se trata de una persona muy social aparentemente, divertido, buscador de atención y de sensaciones, pero con rasgos antisociales, con una emocionalidad muy superficial, tendencias egocéntricas, locuaz y a quien le cuesta asumir y respetar normas, además de contar con una inteligencia límite.


Una de ellas ha asegurado que "en absoluto" estos rasgos son compatibles con la posibilidad de que el acusado se inculpara "por pena" o "por sacrificio", ya que "no tiene afectos profundos" y tampoco ha encontrado posible que fuera lo suficientemente "influenciable" como para que se declarara culpable de los hechos, tal y como se supone que le dijo la Guardia Civil.


Los forenses, por su parte, han explicado el informe realizado al cuerpo de la víctima, en el que encontraron cinco heridas especialmente importantes, la mayoría de ellas en la zona de la cabeza, y que fueron causadas con un mismo objeto, seguramente romo.


Han negado la existencia de lesiones de defensa, a preguntas del abogado Enrique Trebolle, que representa a los padres del camionero, a su viuda y dos hijas, y han asegurado que las lesiones en la cabeza eran "perfectamente compatibles" con varias patadas.


El acusado se ha limitado a defender su inocencia, ha reconocido que es follonero pero que ha cambiado mucho y ha lamentado que le tendieran una trampa.