TRIBUNALES

"Pregunto al asesino: ¿Qué te hizo mi hijo?"

Un tribunal popular juzga desde hoy a Juan Carlos Larriba, de 24 años, acusado de asesinar a José María Justicia, de 39, en la calle de San Vicente Mártir en 2006. Su familia pide que el crimen no quede impun.

Isabel Expósito, con una foto de su hijo y un mensaje de su padre.
"Pregunto al asesino: ¿Qué te hizo mi hijo?"
C. MONCíN

Como madre le pregunto al asesino: ¿qué te hizo mi hijo para que lo matases? ¿Por qué se tiene que matar a un padre, a un hermano, a un hijo, a un marido? Que lo explique. Yo jamás podré entenderlo".

Isabel Expósito y su hija Rita Justicia se han desplazado hasta Zaragoza desde Huelma, el pueblo de Jaén del que son y donde viven, para estar presentes en el juicio que hoy comienza en la Audiencia Provincial de Zaragoza por el asesinato de su hijo y hermano, respectivamente, José María Justicia Expósito. En el banquillo de los acusados se sentará Juan Carlos Larriba Marco, a quien se le piden penas de entre 22 y 25 años de cárcel, aunque su defensa solicita la absolución.

Las dos mujeres saben que van a pasar cinco días muy amargos, pero vienen dispuestas a acudir a todas las sesiones previstas y seguir atentamente todo lo que ocurra en ellas. Su objetivo no es otro que el reclamar Justicia y que el crimen no quede impune. El padre de José María, Juan de Dios, no ha podido venir a Zaragoza. Desde que a su hijo lo mataron a patadas en la calle de San Vicente Mártir, hace ya cuatro años y medio, su salud ha ido empeorando. Un derrame cerebral le impide estar en el juicio, pero ha querido hacerse presente a través de una fotografía en la que aparece junto a José María y en la que puede leerse: "Desde Andalucía, tu padre, enfermo grave, pide justicia y creo que será justa. Tengo fe en los jueces. Gracias a toda Zaragoza".

Ni Isabel Expósito ni Rita quieren entrar en cuestiones del proceso judicial, uno de los más complejos y enrevesados de los vividos en Aragón. En este caso ocurrieron cosas insólitas, como que la Policía Nacional, encargada de la investigación, detuviera a un sospechoso y, un año después, la Guardia Civil, a espaldas de la primera, arrestara a otro.

Pero ellas no tienen intención de valorar estas actuaciones; para ello ya está su abogado, Enrique Trebolle. Lo que la madre de José María Justicia quiere es recordar a los zaragozanos qué clase de persona era su hijo.

"Era un padre maravilloso, que a sus 39 años dejó huérfanas a dos niñas. Como hijo era buenísimo; era un consuelo muy grande para nosotros y siempre estaba pendiente de lo que nos ocurría a su padre y a mí. Como hermano, el mayor de los cinco, era excepcional. Formaban una piña y jamás discutieron. Los protegía y se quedaron sin él y sin sus consejos. Se quedó desolado al morir su hermano Chiqui, de 25 años, ocho meses antes de que lo mataran a él. Siempre estaba pendiente de su casa y de su familia, dando su vida por ellos en la carretera", explica Isabel Expósito.

Casi 20 años en la carretera

La víctima llevaba 19 años trabajando como camionero, siempre en viajes internacionales. "Al enterarse de su muerte, sus compañeros me llamaron desde fuera de España para darme el pésame porque lo querían. Me agradaría que cualquiera que fuese a Huelma preguntara a la gente cómo era. Sabrían que nunca había tenido ningún problema con nadie, jamás se había metido en una pelea y ni siquiera tenía una multa", añade.

José María Justicia llegó a Zaragoza el 21 de mayo de 2006 después de haber estado tres semanas de viaje por Italia. Obligado por los tiempos que marcan los tacógrafos del camión, tenía que descansar 24 horas en la capital aragonesa, antes ir a Madrid a descargar y volver a Milán. Su mujer, enterada de que un paisano, Juan Quesada, tenía que pasar por aquí por esa fecha, le dio ropa limpia para que se la entregase. Tras contactar en la gasolinera de Rausán, en Alfajarín, y en agradecimiento por haberle traído el recado, José María Justicia propuso a Quesada cenar en la capital aragonesa, a la que se desplazaron en un taxi. Entre las 4.00 y las 5.00, después de tomar unas copas y cuando estaban buscando otro taxi para volver, se cruzaron con dos jóvenes y se desencadenó una discusión.

Un golpeó a Quesada, que sufrió contusiones leves, y el otro se ensañó con José María Justicia, a quien del primer golpe lo tiró al suelo y después le dio hasta 22 patadas, según los forenses, la mayoría de ellas en la cabeza.

El camionero murió junto al escaparate de una tienda que había en el número 24 de la calle de San Vicente Mártir. Su hermana Rita se acercó ayer hasta allí para dejar un ramo de rosas, que ató a un árbol frente al establecimiento, junto con una nota escrita. En ella explica a su hermano que están en Zaragoza para pedir "Justicia con mayúsculas" y contarle que "echan de menos su alegría, sus consejos, su compañía y su cariño". "Hasta hoy no había tenido oportunidad de hacerlo y llevaba cuatro años deseando traerle unas flores hasta aquí", manifestó Rita Justicia.

Su madre termina el encuentro con un deseo: "Yo solo le pido a Dios que cada vez que el asesino vaya andando y se vea sus piernas piense para qué las ha usado".