TOROS

Palmas con las orejas en la Misericordia

Diego Ventura logró abrir la puerta grande tras dos actuaciones distintas pero repletas de temple. La plaza casi se llenó en el fin de feria en que se lidiaron los tres hierros de la familia del Capea.

Momento culminante de la faena de Diego Ventura montando al caballo Morante, el tordo en fase blanca, que muerde a los toros.
Palmas con las orejas en la Misericordia
CARLOS MONCíN

Es una lástima que después de tanto caballazo, no pueda utilizarse el ruedo para sembrar patatas de invierno, porque aún queda la de la despedida. Sí, una novillada que cerrará ciclo y ayudará a recapacitar y a cicatrizar las profundas heridas que ha dejado esta pobre feria. A los areneros les dieron las tres, y las cuatro, y hasta las cinco y cuarto arreglando el ruedo -muy duro- a petición de los que montan a caballo, vulgo rejoneadores. O tira lanzas, algunos. Aunque en este tipo de festejo, todo vale. El caso es ponerse las manos coloradas de aplaudir. Romperse las gargantas profundas insultando al usía por no conceder más despojos orejiles. El pueblo, soberano, manda. Todo vale.

Capea, Pedro, trajo un muestrario de hierros. Los tres que posee. De momento. Todo encaste murubeño. Del bueno. Del que tranquea con alegría tras los jacos aunque galopen más y mejor que ellos. Deficientes de presentación los tres primeros. Muy chicos y demasiado mutilados. Con más cuajo, aunque igual de afeitados, los otros. Justitos de fuerzas y mansitos. Todos salieron con muchos pies y barbearon tablas. Con casi 150 kilos de diferencia entre el primero y el sexto. Como para no verse. Aún así, el encierro sirvió y, de no ser por el fallo reiterado con los rejones de hoja de peral, la cosa hubiera ido a mayores. Lo dicho, diversión y aplausos. Hasta con las orejas.

A cualquier caballo de Fermín Bohórquez bien le va el dicho: 'caballo, cambia de rejoneador'. Frío y vulgar, clavó a destiempo y a la grupa. Destacó con el tordo, Brasileño y con el castaño, Bohemio. Mató mal y dio una vuelta al ruedo por su cuenta, supongo que para saludar a los amigos.

Leonardo Hernández logró sus mejores momentos a lomos de Verdi con el que quebró en la cara y arriba. Intermitentes las faenas aunque templadas y sin pasadas en falso. El sexto se acostó cuando Hernández había clavado bien y cabalgado a dos pistas con Xarope y Cairel. Un pinchazo antes del rejonazo le privó de salir aúpa.

Ventura desorejó a un quinto complicado por su poca fuerza, que le hizo defenderse y buscar siempre los blandos. Ventura estuvo fantástico, aunque no es su mejor tarde en Zaragoza. Batió en corto con Maletilla y quebró en un par de metros con Distinto. Clavó arriba y casi siempre al estribo. La apoteosis llegó con Morante, el tordo en fase blanca, que muerde indecorosamente a los toros. Nazarí bordó el temple a dos pistas y el rejonazo final mereció la Puerta Grande. Como los abonados de esta feria que se han ganado el cielo.

J Diego Ventura logró abrir la Puerta Grande tras dos actuaciones distintas pero repletas de temple

J La plaza casi se llenó en el fin de feria en que se lidiaron los tres hierros de la familia del Capea