TOROS

La feria sigue igual

El torero catalán Serafín Marín cortó una importante oreja en una tarde de notable compromiso, dentro de un festejo en el que la emotividad la protagonizó Javier Valverde, que se despidió del toreo en activo, hoy en Zaragoza.

El diestro Serafín Marín, en Zaragoza
La feria sigue igual
JAVIER CEBOLLADA

Otra corrida más que no ha servido para hacer el toreo. Lamentablemente nada nuevo en esta feria. Aunque hubo cosas en la tarde que valieron mucho la pena.


La nostalgia vino de la mano de Javier Valverde, profesional como la copa de un pino que al cabo de nueve años de alternativa dice adiós al toreo activo. Siempre se vislumbraron en él excelentes cualidades, incluida la faceta del arte. Pero el destino, empujado por los empresarios, quiso anclarlo en las corridas duras.


Sin embargo, Valverde se va de la profesión con el orgullo de haber cumplido un papel más que digno. Torero gladiador y mucho más, su concepto de pureza ha sido una constante en muchas plazas y ferias importantes donde su nombre ha sido muchas veces imprescindibles. Las ovaciones en sus dos toros resumen la autenticidad de su carrera.


El primero, manso y a la defensiva, sin aportar nada. Valverde estuvo con mucho empeño y muy buena apostura.


Más manejable el cuarto, pero sólo por el pitón derecho, y también yendo a peor. Por el izquierdo rebañaba, quedándose cortito. Otra vez la profesionalidad y el sentido de la torería de Valverde, muy por encima del toro.


Nombre asimismo sobresaliente en la tarde, el catalán Serafín Marín, que en la batalla que se viene librando por los toros en su tierra se ha convertido en todo un símbolo de la libertad.


Marín es el que más ha luchado desde su modesto puesto en el escalafón, el que más ha llorado el castigo al toreo en su Barcelona natal. Y consecuente con sus reivindicaciones, ha llevado a cabo también una abnegada temporada, de entrega y triunfo al cincuenta por ciento.


Su paseíllo de hoy en Zaragoza no estaba previsto si no es por la sustitución del lesionado Antonio Ferrera, pero venía avalado por un triunfo notable en la Monumental de Barcelona, en la última corrida de esta temporada allí, al indultar un toro de Jandilla tras una faena tan clamorosa que hizo que sus paisanos le llevaran a hombros por las calles de su ciudad, cortando el tráfico, hasta el hotel.


Los toros que tuvo Marín hoy en Zaragoza dieron pocas oportunidades, no obstante, su éxito ha sido a base de actitud, de querer a toda costa.


Muy bien con el capote y en la primera parte de su primera faena, con un toreo muy fino y templado, hasta que a partir de un desarme el toro sacó genio y se puso brusco.


El otro, también manso y huido de salida, llevó un quite por gaoneras de mucho ajuste, disposición y aguante. Con la muleta estuvo Marín lo que se dice sin trampa ni cartón, tragando una barbaridad, valiente y arrogante, firme y jugándosela de verdad.


El toro, muy irregular, siempre con la cara arriba, acabó vencido por el temple del torero. Marín cortó una oreja de mucho peso.


Tendero anduvo también resuelto y muy capaz con un lote que dejó mucho que desear. El tercero, manso y arrollando, echó las manos por delante en el capote, esperó en banderillas y no pasó de las medias arrancadas en el último tercio. Toro además con "guasa" por el pitón izquierdo.


El sexto, manso sin disimulo en el caballo, acabó "rajado" en tablas a las primeras de cambio. Todo lo que hizo Tendero tuvo también mucha verdad.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Alcurrucén, el sexto como sobrero al ser devuelto el tercero y correrse turno, bien presentados aunque con desigualdades, mansos y deslucidos.


Javier Valverde: pinchazo y estocada desprendida (ovación); y pinchazo, estocada corta y descabello (ovación).


Serafín Marín: dos pinchazos y estocada (ovación); y estocada desprendida (oreja tras aviso).


Miguel Tendero: casi entera (ovación); y estocada corta y tendida, y tres descabellos (silencio).


En cuadrillas, Omar Guerra y Luis Carlos Aranda saludaron en el segundo y cuarto, respectivamente. Hubo también un buen par de Jesús Arruga en el quinto.


La plaza tuvo un tercio de entrada en tarde fresca, con la capota a medio cerrar.