OFRENDA DE FRUTOS

Más y mejor pese a la crisis

Más de 2.500 personas, distribuidas en 46 grupos, uno más que el año pasado, participaron ayer en la Ofrenda. Se recogieron 3.500 kilos de alimentos que fueron distribuidos por la Hermandad del Santo Refugio.

Más y mejor pese a  la crisis
Más y mejor pese a la crisis
ESTHER CASAS

Borraja, berenjenas, pepinos, melocotones de Calanda y hasta tomates africanos. No faltaba de nada en la carretilla que los comerciantes del Mercado Central de Zaragoza entregaron ayer a la Virgen después de participar en la tradicional Ofrenda de Frutos. "Ha sido un año bastante regular, pero hoy es un día muy especial y no queremos que la Virgen note la crisis. Por eso le traemos los mejores productos de nuestra tierra y también alguno del extranjero", apuntó Ramón Badia, uno de los portadores de la carretilla.


Una cesta repleta de delicias gastronómicas, tan ricas y vistosas como las que sacaron a la calle el resto de los 46 grupos que este año han participado en el recorrido que organiza la Federación de Casas Regionales de Aragón.


"En esta edición han salido a la calle más de 2.500 personas, cifra superior a la de otros años porque hemos incorporado un grupo más, la Casa de Madrid. Afortunadamente, la Virgen nos ha dado una tregua y muchos de los que no pudieron salir el martes lo han hecho hoy. Y eso también se nota en la comida, porque hemos recogido más de 3.500 kilos de alimentos. Se ve que la gente se ha concienciado en ayudar más por la crisis", indicó Jaime Feijoó, presidente de la Federación.


Los primeros en abrir la comitiva fueron los más de 250 integrantes del Grupo Aragonés del Pilar, uno de los más numerosos junto con la Policía Local y la Casa de Andalucía.


Entre las delicias que le llevaron a la Virgen destacaron una sartén llena a rebosar de migas y una dulce y gigantesca castañuela elaborada con palmeras de chocolate, nubes de caramelo y muchos bizcochos. Casi tantos como los que se emplearon para confeccionar el manto que, año tras año, ofrecen los representantes de Calatayud y que elabora Ascensión Ruiz Marquina. "Me mandan los bizcochos de las pastelerías de Calatayud y luego yo me encargo de hacerlo. Como es tan grande tengo que sacarlo por la ventana de mi casa porque no cabe por ninguna puerta", apuntó.


El manto de bizcochos despertó la atención de los miles de espectadores que siguieron el recorrido desde la plaza de Santa Engracia y hasta el Pilar. Algunos de ellos eran conocidos de los oferentes, como una pareja de Alhama de Aragón que había acudido expresamente para ver la calabaza de más de 70 kilos que se ha criado en el huerto de su vecina Marisa Moros y que la Casa de Cetina trajo este año para la ofrenda. "Es para el alcalde, al que le damos un sonoro suspenso por las molestias que nos está causando el tranvía", añadieron entre risas.


Pero como no solo de pan vive el hombre, los participantes aprovecharon las casi dos horas de recorrido para mostrar el folclore tradicional de su tierra. Sevillanas, rondallas, sardanas, muñeiras y paloteados de Herrera de los Navarros pudieron escucharse durante todo el recorrido.


También hubo tiempo para el baile y entre los danzantes más vistosos destacaron los de la comparsa de 'ioaldunak' (cencerro) del valle de Zubieta que desfilaron con la casa de Navarra. Iban vestidos con trajes típicos de Carnaval y portaban unos enormes cencerros atados a la cintura que no dejaron de sonar en todo el recorrido. "Se usan para espantar los malos espíritus y este año ha funcionado porque hemos ahuyentado a la lluvia, algo que el día del Pilar parecía imposible", apuntó Clara Esteban.


Pero si alguien se inquietó por el ruido de los cencerros, ese fue 'Chulín', un macho cabrio que lleva más de cuatro años saliendo con el grupo La Pardina, y que se saltó varias veces la disciplina de la fila atraído por el ruido de los navarros.


Mucho más tranquila se mostró la pequeña Oriche, que participaba en la Ofrenda por primera vez. Tiene 25 días recién cumplidos y sus padres quisieron que saliera con su grupo, la casa de Teruel. En su carro metieron una cesta con olivas del bajo Aragón, porque el jamón era muy grande para compartir espacio con la pequeña.


Sus ofrendas fueron depositadas en el camarín de la Virgen. Después, seis miembros del grupo de reinserción de la Hermandad del Santo Refugio, que llevaban desde las diez de la mañana en la basílica, se encargaron de repartir los alimentos. "Es gente que ha salido de la calle y hoy están encantados de hacer una labor social tan bonita como esta", matizó Francisco Javier Martínez, adjunto a la gerencia de la Hermandad.