TRAJE REGIONAL

¿Cómo vestirse para hoy?

Pareja de nivel económico en el valle del Ebro y los somontanos
¿Cómo vestirse para hoy?
ESTHER CASAS

¿Se imaginan a una labradora de principios del siglo XX yendo al campo con gafas de sol? ¿O a su marido recogiendo uvas con unas medias de vistosos colores en una época en la que los tintes eran ciencia ficción?


Vestirse usando el sentido común y la lógica. Estas son las claves que los expertos recomiendan seguir a rajatabla para que la vestimenta elegida para estos días de ofrendas y procesiones sea lo más digna posible, aunque para ello haya que renunciar a "estar más guapo que nadie e inclinarse más hacia la autenticidad", matiza Elena Guarc, autora junto con Dabí Latas de 'La indumentaria tradicional en el Bajo Aragón y Matarraña y las demás ropas de su uso y llevar'.


¿Las mejores galas son las más antiguas? "En los últimos años estamos viviendo una auténtica fiebre inspirada en la vuelta a los orígenes. Si mi vecino se viste con una reproducción del siglo XVIII, yo me visto con uno del siglo XVII y eso es una auténtica barbaridad porque no podemos remontarnos tanto en el tiempo. Es imposible saber cómo vestían nuestros antepasados en esas épocas porque los testimonios gráficos que existen son muy limitados. Además, si la gente se vistiera como auténticos campesinos no se atreverían a salir a la calle porque darían pena", apunta Jesús Ángel Espallargas, de la asociación folclórica Somerondón.


Esta vuelta a los orígenes no es algo nuevo, se remonta a los años ochenta del siglo pasado, cuando colectivos y asociaciones relacionados con el mundo del folclore comenzaron a investigar sobre las huellas del traje regional.


Buscaron imágenes en cuadros, grabados y fotografías antiguas y hasta investigaron en los archivos del Colegio Oficial de Notarios. "La razón era que en estos lugares se localizaban los documentos con los capítulos matrimoniales y los testamentos de últimas voluntades donde se especificaba, punto por punto, el ajuar que se legaba en ambos casos. Algo muy lógico en una época donde la ropa escaseaba y los textiles eran bienes de gran valor" apunta David Calvo, experto en la confección de reproducciones de trajes antiguos con materiales actuales.


La meta de estos colectivos era lograr una involución en la vestimenta tradicional que fuera fiel con la historia, con los materiales de la época, con la sociedad de aquellos años y el origen de nuestros antepasados. "Queremos darle a la vestimenta tradicional la importancia histórica que tiene y su valor como patrimonio de nuestra tierra. Por eso, hay que tratar el tema con mucho respeto", afirma Espallargas.


Uniformados en los ochenta


Atrás quedaba el 'uniforme' que imperó hasta los años 80: falda corta con delantal de lentejuelas y mantón de Manila para las mujeres y calzón cortó con fajín y chaleco negro para los caballeros. "El origen de esta tendencia hay que buscarlo a finales de la Guerra Civil. La sección femenina intentó ensalzar el espíritu de la nación y se inventaron trajes típicos regionales que nada tenían que ver con la realidad de nuestros antepasados", afirma Guarc.


Tres décadas después, la evolución ha derivado en dos corrientes totalmente diferentes. Los que visten a la antigua, intentando ser lo más fieles posibles a sus antepasados y los que se decantan por trajes de bella confección, elaborados con materiales nuevos y muy ricos. Estos últimos incorporan a su vestimenta prendas de la moda internacional que triunfó a finales del siglo XIX. Una nueva tendencia que irá dejando en el olvido a la indumentaria popular, que se limita a núcleos rurales muy concretos.


"Afortunadamente, en los últimos años se ha evolucionado mucho y hoy en día podemos decir que en materia de trajes tradicionales se viste aceptablemente, pero tenemos que seguir insistiendo para conseguir que las personas que salgan en la Ofrenda cuiden los detalles y dejen los relojes, los piercing y las gafas de sol en casa", aclara Carlos Gómez, presidente del Centro de Estudios de Folclore Aragonés.