COMERCIO

Los pasajes comerciales buscan una luz al final del túnel

El gusto mediterráneo por el espacio abierto y el deseo de las marcas de tener escaparates en la calle dificultan su supervivenciaLa Cámara de Comercio sugiere tematizarlos y dedicarlos a la música o la artesanía.

Los carteles de 'se alquila' son una constante en el pasaje de Goya.
Los pasajes comerciales buscan una luz al final del túnel
TONI GALáN/A PHOTO AGENCY

La Cámara de Zaragoza instó a adecentarlos en 2008 para que lucieran bonitos durante la Expo. El primer Plan de Comercio de la ciudad, aprobado por el Ayuntamiento hace unos meses, incluía su modernización. Ímprobos esfuerzos de particulares también han tratado de darles nueva vida y, sin embargo, muchos pasajes y galerías comerciales zaragozanas continúan durmiendo el sueño de los justos, temerosos de que la crisis económica pueda darles la puntilla.

Lejos de su 'belle époque' o del mate esplendor del desarrollismo de los 60, cuando vieron la luz los pasajes de Ebrosa o Miraflores, las galerías cubiertas languidecen como meros atajos mientras los grandes centros comerciales crecen en la periferia de la ciudad.

"El régimen de tenencia de los establecimientos es un problema, porque pocas veces un pasaje pertenece a un solo propietario sino que acostumbran a ser muchos los actores implicados. Así, la gestión y los procesos de decisión se complican", apunta Vicente Gracia, secretario de la Federación de empresarios de comercio y servicios de Zaragoza y provincia (ECOS).

Carteles de traspasos, jubilaciones que desembocan en cierres y, en el peor de los casos, escenas de indigencia se suceden en unas galerías que en tiempos presumían de glamur. "Un pasaje es una especie de calle cubierta y requiere condiciones adecuadas (de limpieza, iluminación, seguridad...), que incrementa mucho los costes de mantenimiento porque en comercios a pie de calle de algunos de estos gastos se ocupa el Ayuntamiento", continúa Gracia, partidario de crear un plan de viabilidad y plantear medidas necesarias para recuperar estos pasadizos, que exigen un análisis previo, pasaje a pasaje, dado cada cual tiene sus propias características. Unos tienen escaparates a la calle, otros incluyen viviendas dentro (con lo que se aseguran el paso peatonal), otros presentan dificultades de accesibilidad o su diseño ha quedado obsoleto.

Un proyecto integral

Óscar Baleta, jefe de Servicio de Comercio de la Cámara de Zaragoza, también apunta ideas para revitalizar y dar reconocimiento a los pasajes a través de, por ejemplo, un programa de dinamización propio para estos espacios: que existan concursos, eventos, sorteos o actuaciones de magia para los niños. "Pero no solo el día de la inauguración, sino que las actividades sean sostenidas en el tiempo", dice Baleta, para quien sería imprescindible crear una figura ajena a los propietarios y comerciantes (que suficiente tienen ya con lo suyo) para coordinar estas actividades. "Un profesional capaz de reunir las diversas voluntades y hacer un proyecto integral vendible a los emprendedores", opina.

En este sentido, la Cámara también apostaría por crear 'pasajes monográficos' para dotar a las galerías de "una personalidad propia". Por ejemplo, el de los Giles o el Ciclón "podrían dedicarse a la música, a los 'luthieres' o a la artesanía, o, en última instancia, tener todos una misma estética o temática", apuntan desde la Cámara, poniendo de ejemplo que en las galerías Vittorio Emmanuelle II de Milán se impuso un diseño cuidado y estricto en el que, incluso, el McDonald's interior tiene un rótulo atípico.

Grandes marcas y mutinacionales, como la citada hamburguesería, un Starbucks Café o tiendas de ropa como H&M, también servirían de gran reclamo, aunque a menudo llegan con la exigencia de poseer grandes escaparates en calles muy transitadas. Lamentablemente, no es el caso de los pasajes porque el carácter mediterráneo hace que los zaragozanos "prefieran los espacios abiertos, sin perjuicio de los grandes centros comerciales que vendrían a ser la versión evolucionada de los pasajes", dicen los sociólogos. A las grandes marcas, además, también hay que 'incentivarlas' para que se instalen, muchas veces casi regalando los alquileres y el momento actual no parece el más idóneo para renunciar a mundanas oficinas, gestorías o corredurías de seguros, que -eso sí- pagan religiosamente.

Actuaciones básicas

"Lo importante es dar vida a los pasajes aún a costa de bajar los alquileres. Primero es llenarlos y después ya se irían subiendo las rentas si fuera necesario", opina Baleta, pensando -acaso- en el ejemplo de Puerta Cinegia. En su planta primera, en 2004, abrieron seis locales, hoy ya solo quedan dos: el restaurante Masclaras -que los viernes hace sesiones de jazz para atraer clientes- y el de Ordisa, la propia constructora. Además, las oficinas de la DGA 'animan' la vida de Puerta Cinegia pero su traslado a la futura Ciudad de la Justicia de la Expo pende como una espada de Damocles para los comerciantes. Puerta Cinegia -a pesar de estar en pleno corazón de la ciudad e, incluso, contar con 300 plaza de aparcamiento- no acaba de arrancar. Tampoco lo hace el cercano y alicatadísimo pasaje de Los Giles (entre Cuatro de Agosto y Estébanes); el Palafox apenas es "aquello que queda debajo de los cines"; y quienes ya peinan canas evocan con nostalgia el malogrado Coliseo Equitativa.

Los comerciantes consideran que una señalízación adecuada (que contara la historia del pasaje, dijera adónde conduce o, al menos, indicara qué hay dentro) podría ayudar a revalorizarlos. Igualmente, la presencia de algún agente de la Policía Local o de vigilantes privados aportaría una imagen de confianza, porque algunos pasajes por la noche se antojan lúgubres o inseguros. Sin embargo, lo esencial sigue siendo que en su interior dispongan de una atractiva oferta comercial, porque un pasaje vacío o con todos sus locales cerrados no invita a la gente a transitarlo.