FIESTAS EN CALATAYUD
Expectación y 7.000 bilbilitanos en el chupinazo más especial
Por primera vez, el acto inaugural de las fiestas de San Roque cambió de ubicación.

Unas siete mil personas llenaron ayer por la tarde la avenida de San Juan el Real, donde Calatayud comenzó las fiestas de San Roque, con más expectación que todos los años anteriores por el cambio de ubicación, pero con la misma ilusión y entrega. Desde 1959, el chupinazo se venía celebrando en la plaza de España, pero por seguridad, ante el riesgo que presenta una de las viviendas de esa zona, este 2010 se tuvo que trasladar.
Esta circunstancia la recordará Isabelino Agudo Gómez, quien tiene el honor de ser el peñista del año, un reconocimiento por su continúa contribución a la fiesta durante casi cuatro décadas. San Roque y él fueron los protagonistas en el escenario que se montó para la ocasión. Arriba estuvieron arropados por su familia, por la cofradía, y por miembros de la corporación municipal. Abajo, delante del escenario predominaba el color naranja, el de la peña La Unión a la que Isabelino pertenece. "Buenas tardes, bienvenidos, disfrutad y ¡viva San Roque!", gritó el peñista. Su hija y la presidenta de su peña le ayudaron a traducir las palabras debido a su afonía.
El alcalde, Víctor Ruiz, pidió disculpas por el traslado, asumió la responsabilidad y animó a los peñistas "a pasar las mejoras fiestas de nuestra vida". Hubo otras novedades este año, puesto que el multitudinario acto contó con un animador que acompañó a los presentes. Con la mecha del cohete prendida, el chupinazo estalló en el aire, y entonces la avenida vibró. La alegría se desató, los peñistas saltaron, se abrazaron, sonaron los bombos, las charangas, se abrió champán y entre los cofrades y algunos de los presentes se vieron lágrimas de emoción.
Al anhelado cohete le siguieron diez más, tantos como peñas y con el último, el cielo se salpicó de colores: los del confeti y las cintas que desde el escenario lanzaron varios cañones. Así fueron los primeros momentos de cuatro intensos días que se disfrutan en la calle, y en los locales de las peñas.
"Este es un San Roque especial para mí, y sobre todo para mi familia, para mi madre", manifestó Juan Embid, el preboste entrante, que desde 1977 es cofrade y guardará al santo durante todo este año. Sin prisa y bailando, por la calle de Dicenta, los peñistas (como habían deseado en los días previos en los que se barajaba la ubicación para el chupinazo), saliendo a la Rúa de Dato para descender hacía la plaza del Fuerte y continuar por el paseo Cortes de Aragón.
Los nervios habían pasado, ya podían disfrutar quienes habían estado organizando el primer acto, el que resulta más multitudinario. "Creo que las personas que hay en la avenida de San Juan no caben en dos plazas de España y se ha visto a peñistas y no peñistas juntos, cosa que hacía mucho no se veía", señaló el primer edil. Eso significaba que los verdaderos actores en estas fiestas atendieron la petición que había hecho la junta gestora de Interpeñas, que se consiguiese un chupinazo más limpio. Sin huevos, sin 'ketchup' y sin otros productos que deslucían lo que tradicionalmente había sido el chupinazo. Más aliviado que en los momentos previos se veía a Juan Antonio Giménez cuando la avenida se iba despejando. "He sentido una emoción muy grande, y después de todas las críticas que hemos llevado esta semana, la verdad es que es un orgullo ver como estaba la calle, y eso es gracias a los peñistas", dijo.