EN PRIMERA PERSONA

"No habrá dudas, el niño será de las dos"

María Pilar y Ana han decidido compartir la decisión más importante de su vida: ser madres. Los óvulos fecundados de una se implantarán en el útero de la otra.

Mª Pilar, a la izquierda, y Ana junto a su perro Chester
"No habrá dudas, el niño será de las dos"
ESTHER CASAS

Ya tienen los nombres pensados. Borja si es chico y María Pilar si es chica. "¿Si son dos? A mí no me asusta", asegura Ana María, aunque a María Pilar entonces le entra la risa floja. "Uf, no sé, yo lo llevaría peor", confiesa. Lo tenían claro desde el principio. "Yo quería ser madre, pero sola lo tenía más difícil. Casi la única opción que me daban era adoptar. Conocí a María Pilar y las dos decidimos intentarlo", recuerda Ana mientras su compañera escucha atentamente.

Hace un año que decidieron formalizar su relación y casarse, precisamente, para poder "facilitar legalmente" el paso de ser madres. "Sabíamos que sería más sencillo...", explica. Decidieron acudir a la sanidad privada, porque los años no perdonan, "y la lista de espera de la seguridad social...", reconoce Ana. En septiembre emprendieron el camino. Se sometieron a cuatro ciclos de inseminación artificial sin éxito y fue su doctora en Quirón Zaragoza, Lía Ornat -a la que están especialmente agradecidas-, la que les sugirió recurrir a la fecundación in vitro. "Se supone que es una técnica con más opciones", añade María Pilar.

Pero su caso es especial. No solo recurrieron a un donante de semen, sino que además decidieron compartir la experiencia al máximo. María Pilar pone sus óvulos y Ana su útero. "Nos puso sobre la mesa esta posibilidad y al principio nos sorprendió. Yo tenía mejor el útero y sus óvulos eran más jóvenes. Aunque solo dos años, ¿eh?, bromea. Ana tiene 42 años y María Pilar, 40. "Además, así se despeja cualquier duda que pudiera haber. El niño o la niña será de las dos", ratifica Ana, que lleva la voz cantante a la hora de relatar el proceso.

El tratamiento conlleva análisis y pruebas, que ambas llevan con optimismo y entereza al pensar que es para conseguir algo tan esperado. "Te hacen bastantes exámenes, pero no es para tanto. Yo en ocasiones lo he pasado peor en consultas rutinarias con otros médicos", afirma Ana. Aunque en esta ocasión María Pilar le contradice con cariño: "Bueno, yo un poco mal sí que lo pasé. Hay sobre todo una prueba que tiene un nombre muy largo y que es un poco molesta...".

El primer intento en el mes de abril resultó infructuoso, pero confían en poder cumplir su sueño en octubre, después de las vacaciones. Solo lamentan el elevado coste del tratamiento, ya que son conscientes del sacrificio que conlleva y de que otras parejas no podrán acceder a él por este hándicap.

Recuerdan que ellas tuvieron suerte, porque parte de los medicamentos, algunos muy caros, los obtuvieron a través de su médico de la Seguridad Social.

De momento, para acostumbrarse a ser uno o 'varios' más en la familia, han adoptado al pequeño Chester, de nueve meses. Un westy que es el rey de la casa hasta que llegue el nuevo miembro. "Entonces tendrá que compartir protagonismo", reconocen riéndose ambas.