MERCADO MEDIEVAL

Bebidas espirituosas y churrasco medieval

Artesanos, músicos y pícaros interpretes de las tres culturas se dan cita en la plaza San Bruno, en un mercado que se inauguró ayer y continua hoy y mañana.

En el pasacalles inaugural participaron varias de las compañías que representan sus farsas estos días.
Bebidas espirituosas y churrasco medieval
PEDRO ETURA/A PHOTO AGENCY

Desconocemos si en algún legajo gastronómico del medievo o, acaso, en los manuales de alquimia de hace siglos se hacía referencia a la fórmula mágica del 'mojito' y la 'caipirinha', pero ayer, con el sol cayendo a plomo sobre la plaza de San Bruno, estos brebajes fueron lo más demandado del mercado medieval.


Por la mañana, la fiesta de las tres culturas se estrenó con un vistoso pasacalles y con aves rapaces sobrevolando las cabezas de la Corporación municipal. Por la tarde, cuando las hordas de visitantes tomaron el entorno de la Seo, se intuyó que el mercado va a volver a ser un rotundo éxito de público. De hecho, se espera que hasta 200.000 zaragozanos paseen estos días por sus calles, en las que ayer ya no cabía un alfiler. "Y eso que este año lo han hecho más grande", decía Roberto Cantos, 'estrenando' un puesto en el que se vendía cecina de León. "Se nota que lo han distribuido mejor, que en calles pequeñas como Pabostría no han puesto casetas a los dos lados y que hasta los actores tienen más espacio para pasar", añadía.


Y la razón le asistió porque, medio minuto después, desfiló junto a la empanada y la cecina el 'pasacalles del Rey Peregrino', con sus comediantes, sobre enormes zancos, provocando al personal. A más de un infante en carrito, ver aquellos gigantones hizo que los pucheros se convirtieran en un 'choto' de los buenos, si bien sus hábiles padres lo despistaron llevándole a ver "cómo gira la cabeza el búho", que es una de las atracciones preferidas de la chiquillería.


Junto a la entrada de la Seo, el puesto de cetrería es el que más asombro despierta. No hace falta que haya exhibiciones, la simple visión de sus 'bichos' contenta al personal. "La mayoría son halcones, pero también tenemos un búho real, un águila de Harris y un águila mora", contaban sus responsables, coordinándose a uno y otro lado de la plaza para atraer la atención de las bestias (de las rapaces, se entiende).


Al margen de los halcones y las bebidas espirituosas, los puestos de ambientadores e inciensos o de escudos de madera infantiles también gozaron ayer de los favores del público. Una botería, donde por 20 euros venden todo tipo de 'porrones de cuero', acumulaba casi tantos curiosos como los rincones en los que se vendía 'churrasco'. Y eso que lo que menos apetecía ayer, a unos 70 grados a la sombra (valga la exageración), era esperar junto a una poceta de aceite hirviendo en donde unas rosquillas se doraban casi de forma instantánea. Claro que tampoco hacía tarde para ir vestido con gorretes como de Robin Hood ni con chalecos con pelo, pero los regentes del mercadillo, como auténticos profesionales que son, ahí aguantaban el tipo y sonreían aún sudando la gota gorda. Y como no es cuestión de ponerse exquisitos, también puede obviarse el pequeño detalle de que se vendan 'seculares' carcasas para móviles...


La principal novedad del mercado este 2010 es que la zona árabe se ha situado en el balcón de San Lázaro, con lo que la actividad, por primera vez, cruza a la margen izquierda. Esta iniciativa, sin embargo, no contenta a todos y los mercaderes del Arrabal dicen sentirse desterrados. Es cierto que los reclamos para cruzar el puente no son muchos (apenas un puñado de catapultas de exhibición, y banderas y pendones que se agitan al viento y que uno duda de que vayan a aguantar), sin embargo, al otro lado, el 'mogollón' es menor y se disfrutan de mejores sombras, sobre todo, bajo las jaimas donde se sirven tés y dulces. Ah, y también hay un puesto de tatuajes de henna, para todo aquel que quiera tener una enredadera en el tobillo.