DAROCA

Ocho siglos de lluvia floral

La celebración de los Santos Corporales volvió a cubrir la ciudad con un manto de flores.

Los vecinos también lanzaron flores desde los balcones al paso de los Corporales.
Ocho siglos de lluvia floral
JORGE MIRET

Daroca era ayer una ciudad que estimulaba los sentidos. El ambiente olía a flores, las calles se habían teñido por un manto multicolor de pétalos de rosa, y hasta los oídos de visitantes y foráneos llegaba el repicar de campanas, las marchas de la banda y los cantos religiosos. Por no hablar del calor, que se hizo notar entre todos los presentes. Todo estaba dispuesto para que la celebración de los Santos Corporales, declarada de Interés Turístico de Aragón, transcurriese de la mejor manera posible.


No era para menos. "Es uno de los días más importantes para los darocenses", comentó Marta Barcelona, vecina de la localidad. "Todos lo vivimos con mucha ilusión", añadió. Así se puso de manifiesto durante la misa celebrada a las 11.00 en la iglesia colegial de Santa María de los Sagrados Corporales, donde hubo 'llenazo' absoluto. La celebración estuvo oficiada por el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, y contó con la presencia de las reinas de las fiestas -ataviadas con el traje regional-, la corporación municipal, la de la Diputación Provincial de Zaragoza y representantes militares y de la Guardia Civil.


Mientras, fuera de la iglesia, decenas de darocenses esperaban ataviados con sus mejores galas. "No, la princesa soy yo", decía una niña a sus compañeras de juegos recreándose en su vestido. Tras casi hora y media de espera al sol llegó uno de los momentos más esperados: la procesión. Sus protagonistas indiscutibles, aparte de los abanicos y algún paraguas a modo de sombrilla, fueron los nueve niños de la localidad que el pasado 16 de mayo celebraron su primera comunión, y cuyo cometido ayer era abrir paso a la reliquia de los Corporales lanzando flores.


"No estoy nada nerviosa", aseguró la pequeña Lucía mientras arrojaba los pétalos de rosa, aunque su padre, Jesús García, añadió que no había habido "nadie que se hiciese con ella" desde que la niña se despertó. El motivo: la emoción de volver a ponerse su vestido de comunión.


Tradición centenaria


Detrás de Lucía y sus compañeros, cientos de darocenses acompañaron a la reliquia, portada por varios sacerdotes bajo palio, hasta La Torreta. Hicieron el mismo recorrido que desde hace ocho siglos, el tiempo que lleva Daroca conmemorando el milagro de los Corporales. Una historia en la que se entremezclan fe, leyenda y tradición.


Cuentan que los tercios de Calatayud, Daroca y Teruel lucharon en Luchente en 1239, durante la reconquista de Valencia por Jaime I. En el transcurso de una eucaristía en la que iban a comulgar seis capitanes cristianos, hubo un ataque de los moros y el sacerdote escondió las formas en los Corporales -un paño blanco-. Cuando concluyó la batalla, los comandantes cristianos continuaron la misa y descubrieron con admiración que las hostias consagradas se habían marcado en sangre sobre el paño que las envolvía.


Conocido el milagro, todos los capitanes querían que los Corporales fueran a sus municipios. Así que decidieron meter la reliquia a lomos de una mula y acordaron que esta se quedaría donde el animal muriera. Lo hizo en Daroca.


Sin embargo, los darocenses no son los únicos que disfrutaron ayer de esta antigua celebración. Pilar Sánchez se acercó hasta el municipio desde Burgos. "Es una fiesta con mucha fama fuera de Aragón", señaló. Un motivo que también animó a María José Gil y a su cuñada Jesusa a ir desde Zaragoza y Guadalajara, respectivamente.


Tras la celebración religiosa, que concluyó pasadas las 14.30, vecinos y visitantes fueron a continuar la fiesta con las tradicionales comidas familiares. También había que estimular el sentido del gusto.