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"O se lo lleva usted o se lo lleva el viento"

No ha sido esta semana la mejor para visitar el rastro. Con un golpe de viento, una bofetada de tangas y bragas daba la bienvenida al visitante el pasado miércoles.

Mohammed Bouzkri (izda.) y Benmoussa Mohammed Medan, en el rastro.
"O se lo lleva usted o se lo lleva el viento"
LAURA URANGA

No ha sido esta semana la mejor para visitar el rastro. Con un golpe de viento, una bofetada de tangas y bragas daba la bienvenida al visitante el pasado miércoles. "O se lo lleva usted, o se lo lleva el viento", decía con sorna una gitana intentando ordenar sus prendas contra el vendaval. Cajas, plásticos y ropa menuda volaban en un remolino, que fue a deshacerse justo a los pies de Mohammed Bouzkri Baki. Con su curiosa barba y una peculiar gorra calada, Bouzkri es uno de los personajes más singulares del rastro.

"Llevo aquí unos 26 años, aunque la situación nunca había sido tan mala como ahora", lamenta a las primeras de cambio. Temiendo -acaso- parecer un 'quejica', se echa la mano al bolsillo y muestra "los apenas 20 euros que hemos sacado cuando estamos ya a punto de recogerlo todo". El plural mayestático lo usa en deferencia de su colega Benmoussa Mohammed Medan, que también se dedica a vender camisetas, batas de guata y chándales.

Ambos son marroquíes y se mueven con soltura entre furgonetas, regateos y señoras -esquivando otro 'short' volador- que se quejan con sorna de que las quieren engañar. "Nos encanta este ambiente, aunque era más familiar en la Romareda y el Príncipe Felipe -dicen-. Además, allí acudía más gente y si antes acostumbrábamos a sacar unos 200 euros al día ahora tenemos suerte cuando llegamos a los 80", cuentan.

Tanto Benmoussa como Bouzkri también eran comerciantes en su Marruecos natal y se decidieron a dar el salto a la Península en la época en la que nuestras vacas aún lucían hermosas. "Pero es que ahora la cosa está mu mala pa'todos, cariño", dice Verónica Jiménez, reclamando su atención desde el puesto de al lado. "Dos alpargatas cinco euros. Y mira tú qué suelas, que da gozo verlas?". Ambos se echar a reír y cogen el guante de la provocación. "Esto sí son buenas faldas, señora, que le parecen largas para el verano, pues la recorta en dos y así tiene una para usted y otra para su amiga", bromean.

El rastro, que antaño se nutría de familias gitanas con algún que otro patriarca supervisándolo todo, se ha abierto ahora a comerciantes magrebíes y subsaharianos. El género, eso sí, sigue siendo el mismo: un puesto de retales de todo tipo y condición, un delirio de cremalleras y botones, un buen montón de tangas extendidos al límite en enormes círculos de metal y objetos indescifrables como orejeras alcolchadas que Lady Gaga seguro usaba cual gafas de sol.

Todo esto y algo más está dispueso en los burros metálicos de esta pareja de marroquíes, que siguen a lo suyo: "Somos autónomos y tenemos que pagar los impuestos, las licencias, la hipoteca el uno, el alquiler el otro, y el gasoil de la furgoneta porque los sábados vamos también al mercadillo de Tudela", explican. Para colmo de males, Bouzkri tiene la friolera de siete hijos, aunque ya están criados y no dependen de sus ingresos para prosperar. Gracias a Alá, porque a perro flaco todo son pulgas y el vendedor ha de pagar mensualmente 137 euros de gastos de comunidad, que sufre para reunir cuando vende faldas a 8 euros y bañadores a 3.

"Pensamos que llega el momento de emigrar a otro lado -confiesa Benmoussa- aunque tendría que empezar de cero y me veo mayor con 52 años". Algunos de sus familiares buscaron fortuna en otros países como Francia, Bélgica u Holanda, y le informan de que la cosa tampoco está mucho mejor. Además, enseguida reflexiona e, incluso, dice de alguna manera sería insolidario o desleal si precisamente cambiara de país ahora. De modo que redobla esfuerzos y se dice que tiene que quitarse de encima la ropa de invierno que aún le queda porque ya ha pedido mercancía más veraniega a los almacenes que le suministran en Barcelona y en Madrid. Quién sabe, con el día tan desapacible y con pashminas y foulares volando de un lado para otro, quizá alguna señora 'pique' aunque estemos ya en el descuento...