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La luz de las ciencias ocultas

Vivimos una época de incertidumbres, en la que, incluso, en Facebook se puede consultar el estado del propio aura. No hay rincón en la ciudad en el que no asalte algún joven con una tarjeta prometiendo conjuros y "eso hace que la gente desconfíe".

Luis Aparicio, diplomado en hipnosis, posa en su popular tienda del Coso.
La luz de las ciencias ocultas
LAURA URANGA

Vivimos una época de incertidumbres, en la que, incluso, en Facebook se puede consultar el estado del propio aura. No hay rincón en la ciudad en el que no asalte algún joven con una tarjeta prometiendo conjuros y "eso hace que la gente desconfíe porque piensan que se les puede engañar", afirma Cristina Rivero, que lleva la friolera de 30 años dedicada al mundo del esoterismo en Zaragoza. "Comenzamos con una tienda en la calle de Unceta pero ahora llevamos más de 15 años al frente de Sabat Nueva Era", la librería y tienda dedicada a las ciencias ocultas que hay en el Coso.

Luis Aparicio, que se resiste a ser fotografiado porque sabe que habrá quien se burle y le llame brujo, es uno de los escasísimos diplomados en hipnosis de la ciudad y cuenta curiosidades que hacen que tiemble el misterio. Nunca mejor dicho. A lo largo de estos años, médicos, inversores, jueces e, incluso, reputados políticos han requerido sus servicios. "Recuerdo el caso de uno de ellos, un político, al que hubo que hacerle una regresión porque se creía amenazado y sufría problemas persecutorios. Después de llevarlo al trance, se cayó del sofá al suelo y relató que se había visto a sí mismo en una vida anterior vestido de soldado templario".

Acceder a estos recuerdos inconscientes "archivados en el disco duro del paciente" puede resultar espectacular pero, sin embargo, es una de la actividades menos habituales de las que realiza Aparicio. Lo más común es que quien entre en su tienda lo haga atraído por la curiosidad o por algún problema concreto para el que espera encontrar ayuda. Así, explica que su propósito es tratar de mejorar el entorno y los estados de ánimo con métodos más psicológicos que parapsicológicos. Por ejemplo, la consulta de las cartas del Tarot es una vía, quizá no tanto de adivinar, sino de escuchar a la gente y encauzarla. Después, por supuesto, se trata de ayudar a los clientes con baños de sacras o velas, pero vaya por delante que no existen soluciones milagrosas, sino que el milagro lo hace la persona con su fe, su energía y con la mano que le echan estos profesionales.

Insisten, y eso quieren dejarlo bien claro, en que no son sede ni pertenecen a ninguna secta y que en ningún momento tocan la sanación. "Si te rompes algo o tienes un problema de salud, evidentemente, tienes que ir al médico", afirma tajante Rivero, cuyo abuelo, sin embargo, sí era curandero. "Lo que hacía era volver a poner huesos en su sitio, pero siempre de pacientes con luxaciones pero sin nada roto. Curaba algunas dislocaciones y después, como sabía de plantas, recomendaba algunas hierbas para evitar los dolores". Así, Rivero pertenecería a una segunda generación familiar dedicada al esoterismo, porque su abuela -cuenta- también era sensitiva: "Sí, tenía premoniciones o presentimiento siempre de cosas negativas".

A lo que ella y su marido se dedican, sin embargo, es a fomentar la 'magia positiva'. Siguen una veta impulsada durante siglos por filósofos y alquimistas, que además ha de ejercerse siempre en beneficio y nunca en contra de nadie. "Una mujer nos vino pidiendo que su marido tuviera un accidente y el problema es que ella debe desear que a sí misma le vaya bien y que consiga superarlo, pero no puede procurar el mal de nadie". Con la crisis se consulta más por dinero y trabajo que por los despechos y desamores de antaño. Y aunque las casetes de musicoterapia no sirvan para llenar las cuentas bancarias, sí colaboran para conseguir un equilibrio interior y adoptar una actitud más positiva. Y como estas, el resto del extenso catálogo de productos que son válidos para todas las creencias, ritos, culturas.