COMERCIOS

Tres generaciones y una capa de oro

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Tendría que haberlo dejado ya, y pasarme las tardes nadando en Helios", dice Joaquín Figols, a sus 66 años, mientras despacha alcachofas, tomates y zanahorias. El suyo es uno de los puestos con más solera del Mercado Central, y son tres generaciones familiares las que lo han atendido. "Comenzó mi abuela en 1903, el mismo año de fundación del mercado. La pobre se quedó viuda a los 22 años y tuvo que hacerse cargo de la frutería ella sola durante la Guerra Civil. Después lo heredó mi madre y ya en 1976 lo cogí yo", cuenta Figols, para quien ha habido un cambio radical en los usos y costumbres en todo este tiempo. "Ya nadie compra por kilos, todos compran por piezas", glosa en una amarga reflexión. La actual crisis económica también ha afectado (y mucho) a la cesta de la compra y "se nota cómo las amas de casa visitan más las grandes superficies por su comodidad o por los horarios", se lamenta. "Muchos clientes -continúa- los he heredado de mi madre y ahora ya van fallando y tampoco se incorporan nuevos compradores porque la gente joven, a pesar de este ambiente tan bueno y de la calidad del género, ya no compra en los mercados".

Que su clientela es veterana se nota también en que algunos de ellos conocen, incluso, su mote familiar. Desde el otro lado del mostrador, una señora requiere su atención al grito de 'el de la capa de oro' porque, según él mismo explica, "cuando aún teníamos las parcelas en lo que ahora es la calle de San Pablo, por lo visto, mi abuelo utilizaba un broche dorado para cerrarse el abrigo. Desde entonces se nos ha conocido así en el barrio". Figols lamenta que no habrá cuarta generación porque sus hijos "sí se decidieron a estudiar, así que tendré que traspasar el puesto a finales de año", comenta anticipando su jubilación.

En sus miles de horas al frente de la frutería, el comerciante ha desarrollado cierta mano izquierda para atender a los clientes "que vienen a comprar y a contar sus problemas, aunque a algunos también los he mandado a hacer puñetas", bromea. Asimismo recuerda algún que otro gran momento vivido en el mercado como la visita de 'la china de los Beatles' (Yoko Ono), "que cuando estuvo hace años en Zaragoza se paseó por aquí y estuvo viendo el género, aunque finalmente -sonríe- acabó comprando cacahuetes en el puesto de al lado".