TRIBUNALES

Multa de 15.577 euros por 'vengarse' de un radar a martillazos

Dos jóvenes han sido condenados a pagar el velocímetro de precisión que destrozaron en el Tercer Cinturón, junto a la avenida de Miguel Servet de Zaragoza.

Los excesos, como las imprudencias, se pagan. Y el precio se dispara cuando alguien se excede de forma absolutamente imprudente, que es lo que hicieron dos jóvenes zaragozanos la madrugada del 3 de febrero de 2007. A casi nadie le hacen gracia los radares de velocidad, pero la mayoría de la gente los respeta. Daniel Gil Celma y Luis Enrique Coderque Artajona no solo no los respetaron, sino que decidieron emprenderla a martillazos con uno de ellos. Por desgracia para ambos, una patrulla de la Policía Local les sorprendió in fraganti y les imputó un delito de daños. La 'broma' les ha terminado costando 15.577 euros, el precio del velocímetro y la multa impuesta por la Audiencia de Zaragoza.

 

Según el relato de hechos probados que recoge la sentencia, el reloj marcaba las 6.00 cuando "puestos de común acuerdo y con el ánimo de menoscabar los bienes ajenos", los acusados detuvieron su BMW M3 en el Tercer Cinturón, a la altura de la avenida de Miguel Servet. Lo hicieron a unos 300 metros de una de las cabinas de control de velocidad que 'salpican' la circunvalación, dejando su vehículo correctamente aparcado. Armados con un martillo, los jóvenes se dirigieron directamente hacia la máquina, a la que golpearon deliberadamente causándole daños valorados en 8.377 euros.

 

Los movimientos de estos vándalos fueron captados por la central de operaciones del 092, que enseguida contactó con una patrulla de camuflaje que se encontraba en la zona. Cuando los funcionarios llegaron al lugar de los hechos, los jóvenes todavía se hallaban junto al radar, que estaba completamente chafado y con los cristales rotos. La patrulla aún pudo ver como Luis Enrique Coderque se deshacía del martillo arrojándolo a un campo de cultivo, de donde fue recuperado más tarde.

Un indigente como coartada

Los jóvenes fueron detenidos por un delito de daños y tuvieron que comparecer ante el juez. Cuando lo hicieron, negaron la acusación y dijeron que se habían detenido junto al velocímetro al ver a un indigente que parecía necesitar ayuda. Su coartada fue definida por el juzgados como "un encomiable acto de solidaridad ciudadana" poco creíble. Sobre todo, porque esta persona "misteriosamente" nunca apareció.

 

Por el contrario, el juez sí consideró "firmes y convincentes" las declaraciones de los funcionarios de la Policía Local que 'cazaron' a los vándalos con las manos en la masa. La prueba del martillo, que se pudo localizar junto al lugar de los hechos, fue también determinante.

 

Además de la fiscalía, que actuó de oficio, también se personó en la causa el Ayuntamiento de Zaragoza, que exigía la reparación del daño causado en el patrimonio municipal. Los jóvenes fueron condenados en primera instancia por el Juzgado de lo Penal número 6, pero el fallo fue recurrido por la defensa ante la Audiencia de Zaragoza. Sin embargo, el recurso de apelación fue desestimado y el fallo condenatorio ratificado en su integridad. Además de a indemnizar al Consistorio por los desperfectos causados en el radar, los acusados fueron condenados a una pena multa que asciende a 4.500 euros, en un caso, y a 2.700, en el otro.