CRIMEN EN ZUERA

"Ni siquiera se dignaron en llamar de la prisión para decirnos que habían asesinado a nuestro hijo"

Los padres de Antonio Jiménez van a exigir responsabilidades a la cárcel de Zuera por no haber reubicado al interno fuera del módulo de conflictivos.

"Ni siquiera se dignaron en llamar de la prisión para decirnos que habían asesinado a nuestro hijo"
"Ni siquiera se dignaron en llamar de la prisión para decirnos que habían asesinado a nuestro hijo"
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Jaime Jiménez e Isabel Hernández visten de luto desde el pasado 2 de febrero. Como de costumbre, aquel día despachaban a los clientes en el locutorio en el que trabajan cuando se presentó en el local una inesperada visita. Era su sobrina, y no traía buenas noticias. "Nos dijo que habían matado a Toñín en la cárcel, pero no le creímos", recordaba ayer la madre de Antonio Jiménez, el preso asesinado en Zuera. "Era imposible que mi hijo estuviera muerto y nadie nos hubiera llamado para decírnoslo. ¡Éramos sus padres, por Dios!", se lamentaba. Ahora, están dispuestos a exigir responsabilidades a Instituciones Penitenciarias. Y no solo por lo que consideran una "inexcusable falta de delicadeza", sino porque entienden que la muerte de su hijo se podía haber evitado.

 

"Cuando llegan los reclusos a prisión, se les hace un seguimiento de entre tres y seis meses para ver cómo se comportan. Toñín -como le llamaba la familia- llevaba ya tres años en Zuera y seguía en el módulo de conflictivos pese a no tener ningún parte de mala conducta. Él quería salir de allí y no entendía por qué no le reubicaban", explicaba ayer el padre del fallecido. "Estábamos preocupados y hablamos varias veces con el director de la prisión -añadía-, pero no conseguimos nada".

 

Antonio Jiménez Hernández tenía 40 años y dos hijos. Aunque era natural de Zaragoza, había trasladado su domicilio a Cataluña en la década de los 80. En 2004, huyó de los juzgados del Prat de Llobregat con otro recluso que mató a un policía en su fuga. Aunque él no apretó el gatillo, la Audiencia Provincial de Barcelona le condenó también por homicidio.

Iban a trasladarlo a Daroca

"Él no era conflictivo. Y lo había demostrado. Había estado trabajando en el comedor de la cocina y estaban muy contentos con él", explicaba ayer la madre. Isabel Hernández había visitado a su hijo el 31 de enero (lo hacía todos los fines de semana) y había conversado con él por teléfono el día después, en vísperas de su asesinato. "Nos llamó muy contento porque acababan de confirmarle que le trasladaban a la prisión de Daroca. Por fin iba a salir de allí. Pero salió muerto", se lamentaba.

 

Cuando se enteró de la fatídica noticia por boca de su sobrina, tiró enseguida de teléfono para que le confirmaran lo que nunca hubiera querido confirmar. "Llamaron a su ex suegra a Barcelona y esta llamó a unos amigos comunes, que después se pusieron en contacto con mi sobrina. Pero nadie me llamó desde la prisión a mí, y tenían nuestros teléfonos", denuncia la madre del fallecido.

 

La juez que instruye la investigación mantiene secretas las diligencias, aunque ya han sido imputados dos internos de Zuera por su presunta vinculación con el asesinato. Se trata de Santiago D. C. y Rogelio V. M., reclusos que pese a ser considerados "muy peligrosos y conflictivos", estaban ya en segundo grado.