ZARAGOZA

Huerva, el río que quiere resucitar

En la depuradora del Huerva, en el límite de la capital con Cuarte, una espuma espesa y negra recibe al visitante. Son borbotones que recuerdan décadas de pestilencia y deterioro que han condenado al olvido este afluente del Ebro. El descubrimiento del Huerva a la altura de Gran Vía ha devuelto el interés por un río tratado como alcantarilla durante décadas y que hoy, inmerso en un proceso de paulatina recuperación, espera una intervención integral que lo devuelva a la ciudad.


Javier San Román, jefe del Área de Calidad de las Aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), conoce bien la historia del río. "El Huerva era una cloaca. No solo no había oxígeno disuelto, necesario para la vida, sino que la demanda química de ese elemento era muy alta", dice.


La expansión urbanística, con el cubrimiento del cauce en Constitución y Gran Vía, el desarrollo industrial, los vertidos urbanos y la escasa sensibilidad medioambiental lo convirtieron en un río muerto, en el más contaminado de Aragón junto al Jalón. Su orografía le perjudicó, al ser poco accesible por estar a una cota muy inferior a la de las calles. Pero no siempre fue así. Javier recuerda que en tiempos había anguilas. "A la Fuente de la Caña veníamos hace 40 años a bañarnos y coger cangrejos", añade Jesús Luque, el guarda fluvial del Huerva.


En la depuradora, que se inauguró en 2003, el agua sucia que llega de los colectores causa impresión. "Esto es lo que iba antes a parar al río", comenta Javier. Su efecto se nota aguas abajo. "El estado del río, tal y como nos los exige la Unión Europea, sigue siendo malo. Pero eso no significa que algunos indicadores estén mejorando y sean moderados. En el 99, había 7 miligramos de amonio por litro de agua y hoy tenemos uno. Se puede ver la botella medio llena o medio vacía. Pero la botella se está llenando", afirma Javier.


En la urbanización de la Fuente de la Junquera, uno de los tramos que se recuperó con motivo de la Expo 2008, Javier se acerca a la orilla y levanta una piedra del cauce. Muestra que algunos invertebrados ya han empezado a llegar al río y dice que en ocasiones se ven algunos peces.


Al lado de Fuentes Claras, el Canal Imperial hace aportaciones al Huerva. Al abrirse las compuertas, se aplaca otro de los problemas del río: su bajo caudal. "Lo que ocurre es que pierde transparencia por la caída del agua del Canal", afirma Javier San Román.


Cuando el Huerva se adentra en el casco urbano empiezan los problemas. "Con la depuradora de La Cartuja, casi todos los vertidos directos al Huerva se desviaron a través de colectores. Pero hay flecos en alguna manzana y algún edificio, que por motivo de cota no se resolvieron", afirma Jesús.

Se ve por ejemplo si se observa el hospital Miguel Servet desde el Parque Grande. Sus muros caen a plomo sobre el cauce, eliminando la servidumbre de paso, y alguna tubería vierte directamente al río. "Estamos en contacto con el Ayuntamiento para resolver estos flecos. Son problemas que tienen solución", dice Javier San Román.


Suciedad y degradación


La ribera a su paso por el Parque Grande también se adecentó para la Expo 2008. Allí se encuentra una de las estaciones de aforos del Huerva. Javier y Jesús lamentan que los botellones que se organizan en el parque ensucian el entorno del río. Hay basura que se puede limpiar, pero otros restos acaban en el cauce.


Conforme discurre el río por la ciudad, gana en degradación. Los viveros próximos al puente de Blasco del Cacho y el centro deportivo municipal Salduba invaden la ribera, que se torna impracticable. Al discurrir tan encajonado, la maleza y los plásticos se extienden por las orillas.

En el entorno del puente de los Gitanos y de la avenida de Goya es accesible, pero su estado es calamitoso. Junto a la calle de Catalina Salazar, los excrementos de animales, las tuberías de vertido de algunas viviendas del entorno, la basura y la degradación urbana convierten este espacio en uno de los peor tratados del río a su paso por Zaragoza. La antiestética canalización del colector le termina de dar la puntilla.


Es entonces cuando el Huerva se adentra en el túnel por el que discurre bajo el paseo de Gran Vía (ahora descubierto), plaza de Paraíso y paseo de la Constitución. ¿Se podría dejar abierto? "La conciencia ciudadana ha cambiado y por eso hay voces que piden que se descubra", dice Javier. De momento, mañana comenzarán a colocarse las vigas que volverán a enterrar el río en el centro.


El Huerva sale al paseo de la Mina y se dirige hacia el parque Bruil. Aunque de forma deslavazada, se aproxima a la ciudad y gana presencia. En cuanto se acerca al Ebro, se remansa y los pescadores se atreven a echar la caña. Junto al centro deportivo Alberto Maestro, en ocasiones se producen vertidos incontrolados que la CHE aún no ha logrado localizar.


¿Es posible que el Huerva vuelva a ser el que fue? El daño que ha sufrido es notable, pero Javier recuerda que "los ecosistemas acuáticos son los que más capacidad de regeneración tienen y dentro de 10 o 15 años se podrá ver". Pese a todo, se considera un enamorado de este río castigado durante años. Jesús Luque también: "Claro que me gusta el Huerva, pero debería estar mejor".