ZARAGOZA

"Vino al bar, me dio un puñetazo que me arrancó tres dientes y me movió otros"

El hombre acusado en Borja de maltratar a su ex pareja de forma reiterada, Gregorio M. M., se sentó ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial. Confirmó que le había pegado "una bofetada y un puñetazo" en el bar Santuario, aunque negó otras de las acusaciones. El fiscal rebajó la pena de cárcel de los 16 años que solicitaba inicialmente a 9 años y once meses por un delito de lesiones, de violencia habitual y quebrantamiento de medida cautelar, ya que este incumplió la orden de alejamiento que le había sido impuesta.


"Vino al bar, me dio un puñetazo que me arrancó los dientes y me movilizó otros. Me había llamado putón verbenero", dijo la víctima, María Teresa, que aseguró que en el momento de los hechos el agresor "iba bastante bebido". Estos hechos ocurrieron el 9 de noviembre del 2008 sobre las 4.30 de la madrugada mientras ella tomaba algo con unas amigas. Tras lo ocurrido, una de ellas, que ayer también asistió como testigo, la acompañó al centro de salud y de ahí la mandaron a un hospital zaragozano.


Los policías locales que testificaron también aseguraron que cuando llegaron al establecimiento, "ella tenía sus dientes en la mano". Después de esto, buscaron al agresor y dieron con él en otro bar llamado La Bodeguilla. Tras esto se le impuso una orden de alejamiento.


Pero esta no fue la primera vez que el hombre agredía a su ahora ex pareja. El 20 de septiembre del mismo año, cuando la mujer estaba en casa con su hija, este fue hasta el domicilio que ambos compartían, la insultó y le dio un par de bofetadas. Ella dijo que con los golpes le tiró al suelo y tuvo que ser su hija la que saliera a pedir ayuda a casa de la vecina. Él se contradijo en la respuesta: "Yo no pasé a las manos, pero la cogí por el brazo y la senté en el sofá -y siguió con la siguiente respuesta-. Puede ser que se cayera, yo no la tiré", añadió Gregorio M. Ese día, su hija, menor, también recibió un empujón.

La última de las agresiones ocurrió el pasado 8 de diciembre, cuando él volvió a la casa, entró y la esperó detrás de la puerta para darle otro puñetazo con el que le arrancó la prótesis, según consta en el escrito de calificación fiscal.


El acusado ayer negó este hecho y aseguró que había vuelto a casa porque ella le había llamado por teléfono "y me insistió para que volviera". "Ha habido bastantes discusiones porque ella bebe mucho -dijo-. Yo solo bebo algunos días". Sin embargo, todos los testigos coincidieron en que el acusado solía beber de forma habitual.


La víctima aseguró que el agresor "tenía celos de todo" y reconoció que mientras este estaba en prisión, ella y sus hijos le escribieron sendas cartas, así como admitió que hubiese sido ella la que lo hubiese llamado por teléfono cuando este tenía una orden de alejamiento.


El fiscal y la defensa


El Ministerio Público modificó ayer la petición de pena. Al principio, el fiscal solicitaba 16 años de cárcel, pero ayer rebajó su petición a nueve años y once meses. Por el primero de los hechos (el ocurrido el 20 de septiembre), se le acusa de un delito de maltrato simple en el ámbito familiar, en presencia de menor y en domicilio, por el que le piden once meses de prisión. Por el segundo (el de 9 de noviembre), mantiene el delito de lesiones con deformidad, por lo que piden seis años de cárcel. Y en el tercero (el de 8 de diciembre), solo mantiene el delito de violencia habitual con quebrantamiento de medida cautelar, por la que se piden tres años de prisión más.


Por su parte, el abogado de la defensa, Pedro Santisteve, solicitó su absolución y de forma alternativa cuatro meses por el primero de los delitos, un año y seis meses de trabajos para la comunidad por el segundo y seis meses por el tercero al considerar como circunstancia eximente la enajenación mental transitorio, atenuante de embriaguez y reparación del daño como atenuante. Hasta ahora, el acusado había permanecido en prisión preventiva.