ZARAGOZA

Este no es mi parque, que me lo han cambiado

Mientras en el Parque Grande se cambian los caminos de asfalto por tierra, el parque Bruil se está llenando de andadores que sustituyen al césped

El parque Bruil
Este no es mi parque, que me lo han cambiado
JUAN CARLOS ARCOS

"¿En qué quedamos?". Es la frase que viene a la mente después de dar un paseo por dos parques emblemáticos de Zaragoza: el de Primo de Rivera y el Bruil. Una duda razonable porque mientras que las obras que se están realizando en el primero suponen una eliminación de caminos de asfalto y una recuperación de los trazados antiguos en la zona del Cabezo Buenavista, en el Parque Bruil ocurre lo contrario.


Mediante la financiación del Plan Estatal de Inversión Local se está llevando a cabo una reforma integral del parque que cuesta casi un millón de euros. Esta remodelación está cambiando notablemente la fisonomía de esta zona verde. Andadores y rampas aparecen por doquier, y los adoquines y la tierra están ganándole espacio al césped, llegando incluso a la base de los árboles y dejando algunos ejemplares, literalmente, en medio del camino.


Para entender lo que ha ocurrido en este espacio, hay que tener en cuenta las demandas que los ciudadanos han realizado al Consistorio. Por un lado, según explican fuentes del área de Medio Ambiente, el Ayuntamiento había recibido numerosas quejas sobre la falta de accesibilidad al parque: había que salvar escaleras y laderas de tierra para llegar a los caminos adoquinados que existían.


Por otra parte, al comenzar las obras, la Asociación de Vecinos de la Magdalena mostró su rotunda oposición a que se talaran ejemplares del parque. "Este es un espacio que se caracteriza por su arbolado, es lo que le da identidad y lo hace tan atractivo", opina David Arribas, de la asociación.


El caso es que ambos objetivos parecen no ser compatibles, o al menos esa impresión da al acercarse a ver las obras. Por ejemplo, junto al parque infantil, hay un tronco situado en medio de un camino. En el entorno de una monumental encina, situada en la parte más cercana al andador de Alberto Albericio (donde está el edificio Trovador), hay un camino que parece interrumpirse en medio de la nada.


El encargado de la obra explicaba que él y sus operarios "nunca habían sido tan respetuosos con los árboles en otra obra". Además, el técnico de OCC, la empresa que desarrolla las obras, señaló que aún no sabe con que material se 'rellenaran' los caminos que se están trazando, pero se tratará de que sean 'blandos'. Esto podrá servir para tranquilizar a los vecinos de la Magdalena, que piden que no se cementen los caminos.


Respecto a los andadores a pie de árbol, el Consistorio aclara que se han realizado así porque tienen vocación de ser, además de paseos, lugares para poder estar cómodamente a la sombra. "Hay que recordar que este parque era antes un jardín privado, y las actuaciones superpuestas habían desdibujado la estructura original", dicen las fuentes de Medio Ambiente consultadas. Además, había pavimento adoquinado hundido, zonas que se encharcaban...", detallan.


La reforma no les parecía tan necesaria a la asociación de vecinos, pero David Arribas opina que "lo que hacía falta era un mejor mantenimiento" y dice que, al menos, antes de realizar el proyecto se podría haber preguntado a los usuarios del parque. "Ha habido voluntad de escuchar después de que empezara la obra, pero antes no ha habido un proceso de verdadera participación ciudadana". Ayer, este periódico intentó recabar la opinión de los usuarios, pero ni a mediodía ni a las cinco de la tarde se pudo ver a nadie paseando por esta zona verde: las vallas y la maquinaria han expulsado a quienes cada día tomaban el sol o practicaban deporte en este parque.


Un Parque Grande sin asfalto



En cambio, en el Parque Grande en lugar de aparecer, el cemento desaparece. La parte del Cabezo está recuperando su aspecto original. "Se trata de la tercera limpieza en esta zona en los últimos 30 años", detallan desde Medio Ambiente. Además, se están retirando los caminos de asfalto, sustituyéndolos por zonas verdes, dentro de la política de eliminación total del tráfico en el Parque Grande.


Y, de nuevo, esta obra no acaba de gustar a todos; al menos, a los hosteleros del Cabezo, que han visto mermado su negocio. Miguel Ángel Arjol pide que, al menos, se restrinja el uso del parquin a los usuarios del parque. Ayer, en día laborable y con el parque vacío, esta zona, con una veintena de plazas, estaba ya a rebosar.


Lo que está claro es que nunca llueve, o crece la hierba en este caso, a gusto de todos. Habrá que esperar a que acaben las obras para juzgar si la inversión realizada merecía la pena.