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Los vecinos y comercios afectados por la obra del tranvía temen que haya "graves perjuicios"

Residentes y trabajadores del eje de Gran Vía y Fernando el Católico exigen más información y ayudas económicas

Preocupación y muchas dudas. Tras conocer ayer el plan de obras del tranvía, la mayor parte de los vecinos, comerciantes y hosteleros del sector de Gran Vía y Fernando el Católico expresaron su miedo "a los graves perjuicios" que causará a su vida cotidiana el inicio en septiembre de los cortes de tráfico, que supondrán en su primera fase el cierre de una de las calzadas entre Vía Ibérica y la plaza de Paraíso, la que conduce hasta el centro de la capital. "Por aquí no va a pasar nadie", lamentó Esperanza, una comerciante de la zona.

 

Los problemas de circulación, las pérdidas que puede sufrir la hostelería y el comercio y el acceso durante el periodo de obras a focos de atracción tan importantes como el campo de fútbol de la Romareda, el Hospital Miguel Servet o la Universidad fueron los principales temores que expresaron los ciudadanos a pie de calle. "La crisis tendrá un impacto mayor", repitieron muchos. Al mismo tiempo, otros opinaron que la obra conllevará mejoras y, por eso, habrá que asumir los inconvenientes que pueda generar.

 

Gloria López, que trabaja en la zona, comentó en el paseo de Fernando el Católico que "esta es la principal vía de entrada a la ciudad y desviar toda la corriente circulatoria va a causar aglomeraciones de tráfico". Sonia Larraz, estudiante en el campus de la plaza de San Francisco, afirmó que las obras le perjudicarán mucho. "No sé cómo llegaré hasta aquí porque para ir al Actur solo puedo coger el 20". Además, dijo, "estas obras no van a suponer ninguna mejora, porque el tranvía es absurdo".

 

La hostelería es la más preocupada, ya que su negocio depende directamente del tránsito de los viandantes. Ricardo Melo, encargado de un quiosco de Gran Vía, se mostró asustado. "Si nos obligan a cerrar antes del Pilar, será un gran perjuicio. Hablamos de la época en la que ganamos más dinero", se quejó.

 

Otros lo vieron con cierta resignación. "Para hacer mejoras tiene que haber unos inconvenientes. Tendremos que asumirlo, no nos queda otra", dijo Manolo González, del restaurante Portal Asturiano, que también defiende que se establezca una línea de ayudas a la hostelería y el comercio.

 

José Antonio Pueyo, de la Federación de Empresarios del Comercio, explicó que "va a afectar a los comercios en un momento en el que no se vende por la crisis, por lo que será la gota que colme el vaso para la desaparición de negocios consolidados en la ciudad". También destacó la pérdida de clientela, las afecciones a las cargas y descargas o los problemas para los recorridos peatonales. En este sentido, Pueyo lamentó que no haya una línea de compensaciones y puso en duda el cumplimiento de los plazos.

 

Las organizaciones vecinales coincidieron en que las complicaciones que van a causar las obras serán notables. Miguel Ángel Mallén, de la Federación de Barrios de Zaragoza, subrayó que "afecciones va a haber muchas". Por eso, exigió que se den a conocer los planes de los trabajos y los desvíos del tráfico. "Queremos que se cuente con el movimiento vecinal, que no pase como con las obras del Fondo Estatal de Inversión Local", afirmó.

Manuel Ortiz, de la Unión Vecinal César Augusta, aseguró que cortar el acceso a Zaragoza "de arriba abajo va a ser un perjuicio muy grande". "Lo peor será para los que vivan en la zona de Fernando el Católico y La Romareda. A ver cómo le damos salida a toda esta gente", avisó.

 

Opinó que "la apuesta por el tranvía no tiene vuelta atrás" y sostuvo que "hacerlo todo de una vez puede ser beneficioso". Eso sí, exigió que no se superen los plazos fijados para las obras: "Si no se cumplen, no servirá de nada que se cierre la calle".