ECONOMÍA

La crisis llega al ocio nocturno de la ciudad, que cae un 30%, y obliga a cierres y despidos

Baja el número de clientes y el de consumiciones pese al tirón estival y a la contención en los precios

Cada vez hay más las sillas vacías en los locales de fiesta y ocio de la capital aragonesa.
La crisis llega al ocio nocturno de la ciudad, que cae un 30%, y obliga a cierres y despidos
ESTHER CASAS

Los vecinos de la capital aragonesa comienzan a cambiar sus hábitos de diversión a causa de la crisis. Es lo que opinan los agentes implicados en el ocio nocturno de la ciudad, que hablan ya de un grave retroceso en el sector, con una caída media de negocio del 30%. "La crisis comenzó con menos consumiciones pero con los mismos clientes. Ahora ya no hay ni una cosa ni la otra", resume Jorge Bernués, gerente de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza. Las discotecas presentan cada vez menos clientes y la gente aprovecha el buen tiempo estival con planes alternativos a estos establecimientos, como paseos o reuniones de amigos por los parques y riberas de la ciudad.

 

Se trata de una tendencia generalizada que no solo ha llegado a Aragón. Según un reciente estudio de la Asociación de Empresarios por la Calidad del Ocio, en España ya se han perdido 15.000 puestos de trabajo (un 20% del total) relacionados con el entretenimiento nocturno. Muchos empresarios han tenido que prescindir de parte de la plantilla o reducir el tiempo de jornada laboral. Y aquellos que no lo han hecho, como explica Bernués, "tendrán muy difícil rentabilizar" pero "es que, al final, si tienes una terraza tienes que tener a alguien atendiéndola".

 

Llegan los despidos, y con el tiempo, los cierres. Varias persianas, algunas de ellas muy populares en la ciudad, se han bajado definitivamente. Sirvan de ejemplo la sala Ozono, ubicada en la zona de Moncasi o, recientemente, la clausura de la sala Reset, en el barrio de La Romareda. En este caso, el local será remodelado durante el verano y se espera poder reabrirlo en septiembre, posiblemente con nuevo dueño y nueva orientación de contenidos. Y eso que, según cuentan empresarios y distribuidores, los precios no solo se han congelado, sino que han llegado a bajar gracias al lanzamiento de ofertas y promociones.

 

Pero la situación no es la ideal y la gente mira más el bolsillo que antes. De hecho, actualmente la media se encuentra en 1,2 consumiciones por cliente y noche frente a las 2,5 de hace unos años. Parece que ya no se lleva eso de pagar la ronda a los amigos sin atender al importe. Como explica Faustino Orós, uno de los principales distribuidores de bebida de la ciudad "se ha notado un bajón enorme". Y esto conlleva que "muchos clientes se ven apurados para hacer frente a los pagos", dice.

El momento de un nuevo rumbo

Visto el panorama, ya hay voces que empiezan a hablar de una oportunidad para cambiar el modelo de ocio o de tirar de imaginación. "Esta situación va para largo, lo que podría generar un cambio total de tendencia", apunta Chema Fernández, promotor de conciertos en la compañía Antípodas.

 

"La crisis se nota, por ejemplo, en que los ayuntamientos han reducido su presupuesto para fiestas y cultura", señala. Reconoce que "se venden menos entradas" para los conciertos pero, a su juicio, "hay artistas y festivales que siguen teniendo un público fijo que nunca falla". Por ello, "hay que saber adaptarse y trabajar el doble para ganar la mitad", pero puede ser positivo para que en el sector "se valoren más los criterios de calidad".

 

De cualquier modo, siempre quedan honrosas excepciones que han sabido aprovechar el momento oportuno. Es el caso del Moulin Rouge, un local ubicado en Valdespartera donde la idiosincrasia del barrio les ha permitido despegar. Como cuenta Jorge Gotor detrás de la barra, "se cierra a las cuatro y siempre hay gente, y cada vez hay más contratados" porque "el barrio es joven y está apartado, así que se quedan aquí".