JUSTICIA

¿A los 75 se va a prisión, señoría?

El TSJA celebró ayer una jornada de puertas abiertas en la que los jueces se quitaron la toga para ejercer de guías y contestar a más de una pregunta comprometida

Cuando los magistrados se despojan de la toga y descienden del estrado se convierten en seres de carne y hueso, capaces de sonrojarse ante la inocente pregunta -o no tanto- de un jubilado que alza la voz en una bancada de cabelleras de plata. "¿A los de 75 años ya no nos meten en prisión, verdad señoría?", se escucha entre el público. El asunto interesa al resto de los presentes y el silencio se hace dueño de la sala. "Siento decepcionarle, pero no hay un límite de edad para ingresar en la cárcel. Aunque se puede acceder al tercer grado cuando se han cumplido los 70, no es algo matemático. De lo contrario, a esa edad se podría ir por la calle delinquiendo a diestro y siniestro", contesta el presidente de la Sección Sexta de la Audiencia de Zaragoza, Rubén Blasco.


La jornada de puertas abiertas celebrada ayer en el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) dio lugar a no pocas situaciones de este tipo. Pero aunque pueda parecer lo contrario, la llamada tercera edad demostró estar bastante al día de la actualidad judicial. "Estoy cansada de ver los azulejos de estos pasillos en la televisión, pero nunca nos enseñan qué pasa aquí dentro", explicaba ayer una residente de la Casa Amparo al presidente del TSJA, Fernando Zubiri, al que también le tocó ejercer de cicerone.


Zubiri aprovechó el comentario de la señora para destacar la importancia arquitectónica del Palacio de los Luna, sede del Tribunal Superior, y recordó a los visitantes que se sentaban sobre bancos de los años 30. "Son bonitos, pero la verdad es que con un cojín se estaría más cómodo", le respondió uno de los ancianos. Y lo cierto es que no andaba falto de razón, puesto que las largas sesiones que se acostumbran a celebrar en estos espacios ponen a prueba cualquier posadera.


Acostumbrados a formular las preguntas y no a responderlas, los magistrados exhibieron ayer un buen juego de cintura cuando los jubilados les preguntaron por casos muy concretos, como el del profesor Jesús Neira, apaleado por un maltratador en Majadahonda. "¿Pero ustedes no siempre aciertan, verdad?", comentó, con cierto tono de reproche, otro de los asistentes. "Tenemos que pensar que de las 400.000 sentencias que se dictan al año en España, la mayoría son correctas. No podemos estar equivocados todos", le contestó Blasco. "Lo que sí le aseguro es que no conozco a ningún acusado que haya venido aquí a contar lo que realmente pasó", apostilló.


El sueldo de los miembros del jurado popular, el trabajo de los abogados de oficio, el valor de una prueba caligráfica... Durante la mañana de ayer, se preguntó por casi todo. Además de grupos de mayores, por el palacio pasaron ayer alumnos del Colegio Inglés, el IES Grande Covián, el Condes de Aragón... No fueron tantos como en ediciones anteriores, pero lograron dar vida a unos pasillos en los que habitualmente imperan el silencio y las caras bajas. Solo un pero. Las visitas no lo vieron todo. Porque la cara oculta del palacio esconde estancias donde jueces y funcionarios trabajan en condiciones de hacinamiento y oficinas donde el suelo es la prolongación de la estantería.