ZARAGOZA

Los 70 atropellos mortales desde el año 2000 cuestionan la seguridad de los pasos de cebra

Los semáforos dejan a muchos viandantes en medio de la vía, al obligar a cruzar hasta 18 metros en menos de tres segundos. Los avances de otras ciudades, con relojes que indican el tiempo restante, siguen sin llegar a Zaragoza.

La estadística revela que cada día se registra un atropello en las calles de Zaragoza. Presentada de esta manera y teniendo en cuenta la magnitud de la ciudad, la realidad aparece descafeinada y la cifra podría considerarse incluso asumible. Pero basta hacer una simple suma para darse cuenta de que el problema es serio y que ejercer de peatón entraña un riesgo real. Desde el año 2000, estos accidentes se han cobrado la friolera de 70 vidas en la capital aragonesa. Las tres últimas, en otros tantos siniestros registrados entre los meses de abril y septiembre de 2008. Pero las víctimas de este periodo se cuentan a miles y en muchos casos las lesiones sufridas marcan un antes y un después en sus vidas.


Cada vez que el asfalto se tiñe de rojo, la unidad de Atestados de la Policía Local abre una investigación para depurar responsabilidades. Y aunque algunas negligencias -tanto por parte de conductores como de peatones- son mayúsculas y destapan comportamientos irracionales, no es menos cierto que algunos accidentes parecen estar cantados. Entre otros motivos, porque ciertos semáforos obligan a los viandantes a hacer marcas olímpicas para no quedarse en medio de la calzada sorteando vehículos.


Las grandes avenidas y paseos, con varios carriles de circulación, son los que resultan más problemáticos para quienes se desplazan habitualmente a pie. De hecho, Vía Hispanidad, Valle de Broto, Camino de las Torres son algunas de las arterias que encabezan cada año el ranquin de accidentes. Como ejemplo de las dificultades que tienen ciertas personas para cruzar estas calles -sobre todo, las de mayor edad o con problemas de movilidad-, esta semana examinamos dos céntricos pasos de cebra: el del paseo de la Indepencia, junto a la plaza de Aragón, y del paseo de de Pamplona, junto a la Puerta del Carmen.


La anchura de ambas calzadas es de 18 metros y la fase verde para peatones es de 26 segundos (mediciones efectuadas un jueves a mediodía). Quien esté esperando el cambio de fase en la acera no tendrá ningún problema para pasar. La situación de peligro se plantea cuando alguien se pone a cruzar en verde y al instante la luz se hace intermitente. El "muñequito" empieza a temblar, y también podría hacerlo el peatón, porque a partir de ese momento le quedan menos de tres segundos para alcanzar la otra acera.


La realidad es muy distinta en ciudades como Madrid, donde la fase de parpadeo es mucho más larga y permite al viandante reaccionar con seguridad. Como ejemplo, el paso de cebra situado en el céntrico paseo de Recoletos, junto a Cibeles. La calzada tiene en este punto 24 metros y los peatones disponen de 28 segundos para cruzarla. La gran diferencia radica en la fase de intermitencia, que allí dura 13 segundos.

0,7 metros por segundo


La normativa vigente obliga a los encargados de regular los semáforos a reservar un tiempo mínimo de 0,7 metros por segundo para cruzar los pasos de peatones. Cronómetro en mano, ese tiempo se está respetando al límite, más bien con unas décimas por debajo que por arriba. "La normativa general establece entre 1 y 1,2 metros por segundo, pero la DGA se puso más estrica hace un par de años y lo rebajó a 0,7", explica el jefe de Movilidad Urbana del Ayuntamiento de Zaragoza, Antonio Ramos.


En teoría, con este reajuste, el Gobierno aragonés intentaba incrementar la seguridad en los pasos de peatones. Sin embargo, Ramos asegura que "la medida ha contribuido a congestionar algunas de las principales vías de la capital". En cuanto al número de atropellos, el responsable de Movilidad Urbana reconoce que han vuelto a aumentar, pero considera que "en la mayoría de los casos la culpa es del peatón".


Los expertos en seguridad vial consultados por este periódico consideran que "el problema radica en que el tiempo destinado al cruce de los viandantes no está bien repartido". "Sería mucho más práctico y seguro recortar la fase verde y alargar la intermitente", apuntan.


Zaragoza es una de la ciudades españoles con mayor número de semáforos por habitante. De hecho, las intersecciones reguladas con señalización luminosa superan las 600. El coste de cada aparato ronda los 300 euros, pero la instalación necesaria en un cruce puede rondar los 2.000 euros. Según fuentes municipales, la inversión en este tipo de infraestructuras es continua. Sin embargo, los modernos semáforos que pueden verse desde hace tiempo en ciudades como Salamanca, Bilbao, Granada, Madrid o Pamplona, y que incluyen contadores de segundos y "muñequitos" en movimiento, siguen sin llegar a la capital aragonesa.