EL PABELLÓN DE... BALEARES

El agua, el hombre y el tiempo

Despierte la vista y el oído y viaje hasta Mallorca -y el resto de las islas que componen las Baleares- sin necesidad de montarse en un barco ni en un avión. El legado de los pueblos que han habitado en el archipiélago se refleja en un audiovisual en el que sobran las palabras.

S. Negredo (HERALDO.es)

La parte central del pabellón de Baleares es un audiovisual de cinco minutos que, a modo de aljibe, repasa las diferentes culturas que han pasado por el territorio balear y las aportaciones más destacadas que han dejado en relación con el agua. Es un vídeo sin palabras, pero con bellas imágenes acompañadas oportunamente de música y sonidos naturales. La visita se cierra en una sala circular que, a modo de cisterna, sumerge a los visitantes en un universo lírico de flores, prados, mares y barrancos.


Quedan de la Prehistoria algunos dólmenes a las orillas del mar y varias necrópolis. Con la llegada de los fenicios a las Pituisas, el desembarco de los púnicos y la posterior romanización, nacieron las ciudades, con sus primeras infraestructuras hidráulicas, fuentes y baños públicos. De aquellos tiempos han quedado numerosas ánforas destinadas al comercio.


Los baptisterios son uno de los principales legados del periodo bizantino en relación con el agua. Además, se conservan unos mosaicos en Menorca que evocan jardines con flora y fauna de la época.


La época islámica llevó, también a Baleares, grandes avances científicos, técnicos e intelectuales. La construcción de la acequia de la fuente del emir en la Medina Mayurqa y toda la red de distribución con molinos, acequias y aljibes fue un hito en el desarrollo de la ciudad, pero son muchos otros los elementos que quedan de aquellos tiempos.


La cristianización fue un acelerador del crecimiento de los pueblos y la construcción de grandes cisternas y aljibes. Una de las novedades de la época son los molinos de viento harineros. La época moderna fue el tiempo de los grandes terratenientes, que en un ejercicio de ostentación introdujeron los estilos arquitectónicos renacentistas y barrocos procedentes de Italia, sin olvidar los espacios ajardinados, donde el agua era protagonista.


La era industrial trajo las primeras turbinas para generar electricidad y la desecación de amplias zonas para evitar epidemias, mientras que el 'boom' turístico trajo, según la organización del pabellón, la pérdida de la cultura del agua y el gran desequilibrio entre los ciclos de lluvia y los de sequías. Sin embargo, la construcción de desaladoras ha venido a satisfacer el enorme aumento de la demanda, aunque con un alto coste energético.


El planteamiento del pabellón lo pone difícil a quienes aspiran a hacerse cargo de esta interesante realidad. La limitada capacidad de la exposición (25 personas por turno), que provoca filas habitualmente, y la decisión de no acompañar los audiovisuales con locución ni subtítulos, convierten la visita al espacio de las Islas Baleares en una experiencia más dirigida a los sentidos, y en grupos pequeños.