VIDA EN RANILLAS

¡Por fin juntas!

Las mascotas celebraron su gran día en la Expo con una cabalgata a la que asistieron todas. Fluvi ejerció de anfitrión, y acudió junto a su inseparable amigo Raspa, Cobi y Curro, fueron los invitados especiales, y Filipo, la nueva incorporación de la pandilla, viajó desde Filipinas

“Water is life” cantaban animosas las mascotas invitadas por Fluvi a su cabalgata mientras cientos de niños y padres aplaudían y vitoreaban en la plaza de Ciudades del Agua. El espacio estaba a rebosar, había mucha más gente viendo a esyos simpáticos muñecos que cuando vinieron los jugadores del CAI.


Cobi, que había venido en ave desde Barcelona, sufrió el síndrome de la clase turista y andaba un poco torpe con el pie izquierdo. Incluso en ocasiones parecía que iba a caerse hacia atrás, aunque tal desgracia no llegó a suceder. A Curro, aunque más garboso, también se le notaban los achaques de la edad, ya que desde la Expo del 92 no había salido mucho de casa y se veía desde lejos que el traje que llevaba estaba un poco rozado. Además, el sevillano tuvo ciertos problemas para salir del centro de CAD, donde se habían reunido para hacer los calentamientos previos al show, ya que su gran cresta multicolor se atascaba con la puerta.


Filipo tampoco se movía demasiado porque sus aletas no le dejaban hacer muchos aspavientos, aunque él lo intentó concienzudamente, pues debía dar una buena imagen de su país. Aceró sin duda al ponerse las gafas de sol, pues la tarde salió soleada a pesar de estar bajo los surtidores de vapor que aliviaban un poco el bochorno.


Antes de iniciar el show, las mascotas realizaron un calentamiento muscular al que se unieron muchos de los niños allí presentes. “Y uno, y dos, y tres”, exclamaban los animadores del evento. Eduardo, de cinco años, vio el espectáculo desde primera fila. “A mi el que más me gusta es el tiburón porque tiene un disfraz muy chulo”, explica el pequeño refiriéndose al no muy definido delfín Filipo. Su amiga Leire, por el contrario, prefiere a la mascota local, porque ya la conocía de antes y le resultaba familiar.


Las cinco mascotas bailaron sin cesar y llegaron a dar vueltas en círculos formando un trenecito. Aunque el pobre Curro, que se había despistado un momento, no pudo unirse al grupo, y les iba a la zaga.


Al finalizar el baile, todos los niños que quisieron, saltaron la barrera y se fotografiaron con su mascota favorita ante la atenta mirada de sus padres. Tras el cansancio por este esfuerzo fuera de lo habitual, las mascotas se reunieron a tomar un refresco en una de las terrazas de la Expo para ponerse al día de sus vidas. Y es que al fin y al cabo hacía mucho que no se veían y una ocasión como esta Expo, no podían desaprovecharla para recuperar el tiempo perdido.


Sin duda la gran ausencia de la jornada fue Naranjito y las mascotas de las Olimpiadas de Pekín, una pena que no hubieran sido invitadas.