ZARAGOZA

El Ayuntamiento invierte 1,2 millones en limpiar cerca de 75.000 grafitis cada año

Las zonas más sensibles a las pintadas están localizadas en los alrededores de institutos y zonas de bares.

Quitar los grafitis de las paredes le cuesta al Ayuntamiento de Zaragoza 1,2 millones de euros. Según cifras estimadas, los servicios de limpieza de FCC eliminan 75.000 pintadas al año, con una media de veinte intervenciones al día. La cifra se mantiene más o menos constante a lo largo del tiempo, aunque según operarios de la empresa de limpieza, se ha notado un descenso en los últimos dos meses con motivo de la Expo.

"Se trata de un fenómeno muy extendido por toda la ciudad", comenta Jesús Laforet, trabajador de FCC. Fuentes del Ayuntamiento informan de que existen seis áreas especialmente sensibles en las cercanías de bares e institutos: Zumalacárregui, la plaza de la Magdalena, la zona de Moncasi, la calle de la Carrera del Sábado, las de Manuel Lasala y de la Supervía y, por último, el entorno del Príncipe Felipe.


Hasta que no se apruebe definitivamente la nueva ordenanza sobre grafitis, realizar pintadas se sanciona con una multa máxima de 150 euros. Cuando la próxima normativa entre en funcionamiento, el delito se castigará con sanciones económicas de entre 500 y 1.500 euros.


Para hacer frente a este fenómeno, el Ayuntamiento de la ciudad dispone de 12 equipos de limpieza distribuidos en 12 cuartelillos por Zaragoza. Cada uno está formado por dos personas y un vehículo en el que esconden sus armas: productos químicos, colorantes y pistolas de agua a presión. Según fuentes del Consistorio, este servicio se instaló hace poco tiempo por la proliferación de pintadas en los últimos años.


Los equipos funcionan en dos turnos: ocho de ellos por la mañana, desde las 7.00 hasta las 14.00. El relevo llega a esa hora de la mano de otros cuatro grupos que trabajan hasta las 21.00. Actualmente, el servicio se prolonga de lunes a sábado, pero la nueva contrata prevé la adquisición de otro equipo que cubrirá el servicio los domingos. Además desde el 1 de junio y hasta finales de septiembre, se cuenta con una cuadrilla extra en el área de la Expo.


Murales de expresión


Ángel Arnás lleva 25 años trabajando en FCC y conoce bien el problema de los pintadas. "Hay que diferenciar entre los grafiteros de verdad y los que yo llamo manchaparedes", comenta este operario. Su compañero Jesús Laforet aclara que lo que hacen los primeros es una forma de arte. "La muestra de esto es que sus murales se respetan", añade Jesús.


El respeto llega hasta tal punto que se ha visto en ellos la solución para muchas paredes. "Una vez que están decoradas de verdad nadie va a estropearlas", comenta Jesús. Hay grafiteros a los que se les ha pagado para que pinten los depósitos de agua de Valdespartera o las paredes de alguna casa del Casco Antiguo. Incluso los dueños de bares y otros tipos de establecimientos empiezan a recurrir a esta posibilidad.


Además desde hace algunos años, el Ayuntamiento pone a disposición de los jóvenes paredes para que se expresen y hagan sus dibujos. Es el caso del muro de Valle de Broto o de los que se han puesto en el Corredor Verde.


De limpieza con un equipo


Son las siete de la mañana, Jesús Laforet y Ángel Arnás, empiezan a trabajar. Tienen que quitar las manchas y pintadas del Casco Antiguo de la ciudad. Sus prioridades son las fachadas de los edificios oficiales y las pintadas alusivas. Después de estas, trabajan según la demanda.


A las 9.30 están en la plaza del Pilar, han ido a quitar unas manchas del suelo que parecen de vino. Con las gafas y los guantes de seguridad puestos empiezan la faena. Primero un producto desengrasante. Antes de echarlo, se aseguran de que no pasa nadie. "Es muy abrasivo y resbaladizo, tenemos que tener mucho cuidado con la gente", explica Ángel. Después de unos minutos, el agua a presión a 65 grados hace desaparecer la mancha.


Los grafitis son más complicados. "Cada pared y cada pintada son diferentes", comenta Jesús. Si la superficie es de mármol utilizan un decapante. Siempre prueban primero un poco y si la pintura se emborrona, no pueden seguir utilizando ese producto. Es lo que ocurre con los aerosoles con nitrato de plata, los más difíciles de quitar. "En ese caso o cuando las fachadas son muy porosas, hay que taparlos con pintura", explica Jesús mientras arrastra con la manguera los restos de la mancha que quedan en el suelo.