VIDA EN RANILLAS

Rincones inexplorados

Todavía quedan espacios poco conocidos en el recinto Expo, aunque cada vez son menos. Bien sea por su emplazamiento alejado de los puntos clave, o por ser lugares de menor tránsito, permanecen casi vírgenes al continuo ir y venir de miles de visitantes que recibe Ranillas todos los días.

Algunos de los lugares inexplorados están en los pisos superiores, que parecen más alejados de las multitudes. Por ejemplo, en el segundo piso, justo al lado del pabellón de Francia, se abre un mirador con una vista a la Avenida Ranillas diferente a lo que estamos acostumbrados. Desde aquí se ve el edificio de prensa, y una parte del Parque Metropolitano. Pararse allí unos minutos y tomar unas instantáneas es una buena idea, además, está protegido del inclemente sol que brilla en la muestra y sus aledaños.


Siguiendo por las alturas, nos alejamos hasta la cubierta número cinco, al llamado Mirador de Zaragoza, encima del pabellón de la ciudad. Allí, hay unas zonas ajardinadas alejadas de todo el bullicio del resto de la muestra. Eso sí, conviene acercarse después de la puesta de sol para evitar insolaciones.


Si bajamos al nivel cero también encontramos algunos reductos de paz. Mucha gente ha visto en las piscinas exteriores del Acuario una buena zona donde relajarse y estar fresquitos. Pero siempre queda algún espacio libre donde poder tumbarse a tomar el sol. Aunque hay algunos que incluso se dejan llevar por la pasión en las pasarelas que están un poco más alejadas de la vista de los transeúntes, y ya se ha visto más de un achuchón subido de tono en estos lugares.


Continuando por la zona de las plazas temáticas, llegamos al frente fluvial, más concretamente, al espacio de césped y árboles que se oculta detrás de Agua Extrema. Allí, junto a la ribera del Ebro, se han instalado mesas a la sombra de árboles con el tamaño suficiente para proteger a aquellos que decidan comer de bocadillo. Es un espacio tranquilo, donde se puede oír el ruido del río y contemplar la otra orilla desde una perspectiva nueva. Y sobre todo, donde uno se puede permitir un sueñecito para descansar del ritmo frenético de la muestra.


Pasado el Pabellón Puente, y dejando a un lado Inspiraciones Acuáticas y su hombre vertiente, se llega a cerca de 100 metros de césped casi inexplorado y coronado por el botijo gigante de Karla Frechilla. Este lugar es especialmente agradable para pasear por la noche con tranquilidad y sentarse en alguno de los bancos para tomarse una cerveza lejos de los barullos de la Avenida 2008. Aunque la pared lateral del Palacio de Congresos también congrega a algunos desertores del espectáculo de los argentinos, que prefieren ver las estrellas apoyados en la curiosa fachada de este centro de espectáculos con formas montañosas.