SANIDAD

Un estudio demuestra que un fármaco puede frenar el avance del párkinson

La investigación, en la que ha participado el hospital Clínico, siguió a 1.176 pacientes de 14 países y constató que el Azilect retrasa la progresión de la enfermedad, aunque no la cura.

Aún no se puede curar la enfermedad de Parkinson, pero es posible frenar su avance. Un estudio en el que han participado 1.176 pacientes de 129 hospitales, uno de ellos el Clínico Universitario Lozano Blesa, ha demostrado que un fármaco llamado Azilect, cuyo principio activo es la rasagilina, puede retrasar la progresión de este mal.


Las conclusiones detalladas de este importantísimo avance para 4 millones de pacientes en el mundo y más de 2.000 en Aragón se presentarán el próximo 26 de agosto en Madrid en el XII Congreso de la European Federation of Neurological Societies (EFN). No obstante, los coordinadores principales del estudio ya han comunicado a los investigadores de los centros sanitarios participantes (ubicados en 14 países diferentes) que se ha constatado que el medicamento es eficaz.


El neurólogo e investigador del Hospital Clínico Lozano Blesa, Javier López del Val, ha sido uno de los receptores de la noticia, que abre un campo de oportunidades para los afectados y, en especial, para quienes sufren la enfermedad en un estadio inicial.


"Es una noticia extraordinaria. No sabemos todavía cuál es el origen exacto del párkinson. Sí que conocemos que pueden influir la genética o los tóxicos ambientales, y por eso dar con un remedio que frene su avance es lo que llevamos años buscando", explica López del Val.


Proyecto ADAGIO


El Azilect es un fármaco de la empresa Teva Pharmaceutical Industries Ltd. Hace tiempo que se utiliza en pacientes de párkinson, aunque no para este fin. En principio, nació como un amplificador de la eficacia del tratamiento principal con dopamina, ya que mejoraba los síntomas.


Fue después cuando se impulsó el proyecto ADAGIO (Atenuation of Disease progression with Azilect Given Once Daily). Se trata de un estudio que ha seguido a dos grupos de pacientes, todos ellos precoces y no tratados.


A un primer grupo se le empezó a tratar de manera temprana, dándoles 1 miligramo o 2 al día durante 72 semanas. El otro sistema, de inicio tardío, consistía en que el segundo grupo tomara placebo durante 36 semanas y, después, ingiriese durante otras tantas semanas rasagilina a diario (entre 1 y 2 mg). El estudio concluyó hace cuatro meses y desde entonces se han estado analizando los resultados.


"Con los pacientes que participaban desde el Clínico nos dimos cuenta enseguida de que unos evolucionaban mucho mejor que otros", recuerda el doctor López del Val. "Es de esas ocasiones en las que lo notas, sabes que algo está funcionando de verdad", añade.


El fármaco está en el mercado y otro de los puntos más positivos que ha desvelado la investigación es que se ha demostrado que no tiene casi efectos secundarios. "Es decir, nuestros pacientes tienen mucho que ganar y muy poco que perder. No logramos que los síntomas regresen, pero sí que se mantengan", explica.


Por eso, las principales beneficiadas van a ser aquellas personas a los que se les acabe de diagnosticar y la enfermedad aún no les haya causado mermas considerables.


López del Val celebra además este nuevo paso en la lucha contra el párkinson. "Hace 26 años, los pacientes a los que llevabamos tratando 6 o 8 años estaban muy deteriorados. Ahora, por ejemplo, hay personas a las que las diagnosticamos hace 20 años y están en disposición de seguir luchando contra este mal en buenas condiciones", concreta.


El párkinson es un trastorno cerebral progresivo que causa temblores, lentitud de movimientos y rigidez muscular. En estos pacientes, las células que producen la dopamina empiezan a morir, algo trágico, porque precisamente la dopamina actúa como neurotransmisor. Es decir, es una sustancia química que permite a las células nerviosas comunicarse entre sí. Cuando estas fallan, los pacientes pierden la capacidad de controlar sus movimientos.


Sin embargo, la rasagilina es un inhibidor que bloquea la monoaminooxiadasa B, una enzima que degrada la dopamina. Los pacientes que la toman consiguen que aumente la concentración de dopamina en el cerebro y vuelvan a dominar sus movimientos.