EXPO 2008

Río abajo con los navateros

Este viernes el río Ebro a su paso por la Expo fue surcado por los navateros del Sobrarbe en la celebración del día de la Fiesta Mayor Aragonesa. Durante una hora, ocho hombres y mujeres ofrecieron este curioso espectáculo a los visitantes que se acercaron al frente fluvial.

Daniel, Joaquín, José Antonio, Javier, Carlos, Joaquín, Encarna y Silvia pusieron todas sus energías en conseguir que la naveta que habían traído hasta el Pabellón Puente bajara sin problemas el río. Esta nave estaba dividida en tres trompos, o trozos, y tenía dos remos punteros en la parte frontal y un remo codero en la trasera para poder girara hacia los lados. Los troncos que la componían llevaban en la Expo desde este martes, cuando comenzaron a montarlos de la misma manera en que se ha hecho durante siglos. Los maderos se atan unos a otros mediante fibras vegetales mojadas, sin usar ni un solo clavo en su fabricación.


Ataviados con albarcas, calcetines de lana, camisas blancas, chalecos o cazadoras, y recios pantalones negros, dieron la nota de color y de humor al día festivo en la Expo. Durante el descenso, hicieron dos paradas para que la gente pudiera subirse y vivir en sus propias carnes lo difícil que es mantener el equilibrio sobre estas balsas. Los visitantes comenzaron a animarse y llegó un momento en el que la balsa parecía que iba a sucumbir ante tanto peso, por lo que fueron desalojándola y continuaron la bajada.


Estos intrépidos navegantes pertenecen a la Asociación de Navateros del Sobrarbe que desde hace 26 años lleva realizando bajadas por el río Cinca con el ánimo de mantener viva esta tradición de descenso de troncos por los ríos aragoneses. Desde la asociación se propuso esta intervención en la Expo y se pensó que éste sería el mejor día para hacerla, en el marco de las tradiciones aragonesas.


El numeroso público se apostó en las laderas del frente fluvial para ver de principio a fin el descenso y animar así a los navateros que remaban para controlar el movimiento de la balsa. Al llegar al embarcadero de la Expo, lanzaron una cuerda para amarrarlo, y se cruzaron con un Ebrobús en su camino. La tradición y la modernidad se unieron por unos minutos en las aguas del Ebro.