PABELLONES...

Deslizarse por la nieve en verano

El principado de la nieve se presenta en la Expo enseñando su principal atractivo: las estaciones de esquí y los deportes de montaña. El mayor reclamo de este espacio son sus simuladores de bicicleta de montaña y de esquí por los que la gente hace más de 20 minutos de fila.

Andorra es mundialmente conocida por sus magníficos paisajes y sus amplias estaciones de esquí. El espacio del principado en la Expo se ha centrado en el turismo. En pocos metros cuadrados han condensado audiovisuales y pantallas táctiles con información turística sobre el país.


Lo primero que llama la atención al entrar es una pecera con forma de media luna en la que se proyectan varios cortos a la vez sobre la vida en el principado. Además, dentro de la esfera van pasando las estaciones, en invierno cae nieve y en primavera el suelo se tiñe de color verde. Como apoyo, se han situado unas pantallas táctiles en las que se puede ver información tanto histórica como turística y cultural de la zona. También se muestran algunos de los proyectos medioambientales que se están llevando a cabo.


El espacio es relajante, con una luz tenue, y no muy ruidoso, hasta que se comienza a oír el latido de un corazón. No, no es su imaginación, sino que realmente se oye un corazón latiendo y a la vez se ilumina el corazón del mapa de Andorra situado en una de las paredes.


Después, un fuerte viento, que proviene de la refrigeración, nos transporta a las cumbres más altas de las montañas andorranas. Y si nos adentramos en la fila de personas que se aposta en una de las paredes, en unos quince minutos podremos disfrutar de un particular descenso en bici o en esquís, gracias a los simuladores que han instalado. La experiencia es corta pero merece la pena por unos minutos de diversión. Hay que tener en cuenta que están abiertos de 10.00 a 14.00 y de 15.00 a 21.30.


Después de estas emociones fuertes, tras unas cortinas se encuentra el “túnel de sensaciones” en el que se proyectan imágenes recreadas por ordenador de la flora y la fauna que se encuentra en Andorra. Una cabra montesa, llamada Isard en aquellas latitudes, se acerca al espectador y se vuelve a alejar hacia las montañas. No podía faltar la flor típica del principado, la grandalla, que apenas cuenta con seis delicados pétalos. De tallo alargado y al centro una corona amarilla, esta flor abunda en las laderas de los paisajes andorranos. Ahora los visitantes de la Expo también pueden disfrutar de la belleza la naturaleza andorrana sin moverse de Zaragoza.


A la salida del pabellón, los azafatos reparten las preciadas bolsas con el catálogo general de turismo de Andorra por las que muchos visitantes suspiran y que van estupendamente para guardar los regalos de otros pabellones.