EXPO 2008

La Expo refuerza con cientos de operarios el turno de noche para llegar a tiempo

La lluvia provocó un retraso de casi una semana, que se añadió a la tardanza de los participantes en iniciar los trabajos. Muy pocos países han iniciado el montaje de fachadas, pero Gistau cree que solo tres no llegarán.

Los ajustados plazos con los que se construye la Expo, unido a la demora de casi una semana que han provocado las lluvias y a la tardanza de los participantes en iniciar las obras han acabado por complicar el calendario de construcción del recinto de Ranillas. Si hace 20 días todo se veía con optimismo, los responsables de Construcción prefieren ahora guardar silencio, mientras el presidente de Expoagua, Roque Gistau, señaló a este diario que se ha tenido que ampliar el turno de noche con "cientos de obreros" para acabar a tiempo. "Hemos tenido que reforzar el personal, porque las lluvias nos lo han complicado. Es un laberinto", dijo.


Roque Gistau señaló categórico que ninguno proyecto básico está fuera de plazo y que ya no le preocupa ni el complejo Pabellón Puente, cuyas fachadas están en fase de remate mientras se trabaja día y noche en su interior. "No tengo ninguna alarma en mi despacho", sentenció.


El presidente de Expoagua reconoció que media docena de países van muy retrasados, aunque consideró que solo tres no llegarán a abrir las puertas a tiempo para la apertura. Uno de ellos es Venezuela, que asistirá finalmente tras caerse India por la monumental demora que arrastraba en la tramitación. La confirmación del país suramericano aún no se ha hecho oficial.


La imagen que presenta de noche el recinto de Ranillas podría compararse con la de un estadio de fútbol en pleno partido. Es difícil encontrar un edificio que no esté iluminado, ya sea en las fachadas orientadas al río Ebro o en los casetones de las azoteas de los edificios orientados a la Ronda del Rabal. Y no hay noche que no se vea con claridad el interior de la Torre del Agua y los volúmenes del Pabellón Puente.


Ritmo frenético


Uno de los contratistas, que pidió quedar en el anonimato, calificó de "frenético" el ritmo de trabajo. "Las goteras de la semana pasada se han solventado, pero esto es una locura. Queda mucho trabajo y aún hay países que están pidiendo presupuestos para obras tan básicas como los equipos de climatización", concretó.


El primer día de la semana de prensa sirvió para comprobar ayer el trabajo que aún queda por hacer. El ejemplo más elocuente eran las fachadas de los pabellones: menos de una decena de países exhibía parte de las obras, y la vista general era un tanto desoladora por los miles de metros cuadrados de paneles grises aún por decorar. La excepción se mostraba en los edificios de Marruecos, Corea, Japón, Alemania, Portugal, Rusia, Bulgaria y Kazajstán. Los pabellones comunitarios, que dependen de la organización, también exhibían su piel exterior.


Incluso algunos, como el Pabellón de las Artes, estaban completamente desnudos y los obreros se afanaban en colocar los rieles para el suelo de madera. Lo mismo pasaba con el de Hungría, aunque el director de Comunicación de Expoagua, Antonio Silva, aclaró que las piezas interiores están prefabricada y solo es cuestión de montarlas.


En las plazas temáticas aún quedaban remates. En Agua extrema seguían colocando el segundo recubrimiento de la fachada, de color azul, mientras que Sed sigue a estas alturas sin mostrar su original cubierta de sal, por lo que permanece al aire su cubierta circular plástica.


El trasiego de obreros y máquinas era importante en el paso central de pabellones pese a tratarse de un sábado. Según la organización, en las obras están trabajando cerca de 5.000 personas, de las cuales 2.000 lo hacen exclusivamente en la decoración de los pabellones.