EXPO 2008

Ranillas: la cuenta atrás

La Expo ha batido todo un récord al levantar en dos años y medio el recinto de Ranillas y urbanizar el parque del agua. La organización debe acometer ahora la etapa más laboriosa, la de los los acabados, mientras los participantes tienen que afrontrar con un considerable retraso el montaje de los pabellones.

Ha superado con éxito la fase más crítica, la de cimentación y constru- cción de todos los edicios, pero queda la más laboriosa, la de los acabados. En el recinto de la Expo todos se afanan para rematar la obra. Quedan cien días para que se abran las puertas y aún falta un tercio de los trabajos.


En las Navidades del 2005 entraron las primeras máquinas y se retirarán en junio tras convertir lo que era un conjunto de huertas en el nuevo centro de ocio y pulmón verde de Zaragoza. La transformación del meandro de Ranillas es radical y supone todo un hito: hacer realidad una Expo que afecta a 150 hectáreas y en la que se ha invertido cerca de 800 millones (a los 720 del recinto se unen los más de 85 del parque del agua). Solo hay que ver la autovía Mudéjar o los cinturones de ronda de Zaragoza, que han requerido casi veinte años, o el plan de riberas del Ebro, que ha necesitado otra década para hacerse finalmente realidad.


Este récord ha sido reconocido hasta por la Oficina Internacional de Exposiciones, que ha decidido ampliar el plazo para la preparación de las muestras internacionales tras seguir de cerca el reto de la capital aragonesa para llegar a tiempo a la ceremonia de inauguración, el 13 de junio. A partir de ahora, dará un año más de plazo a las ciudades anfitrionas, la mitad del tiempo que ha tenido Zaragoza para darle la vuelta a la ciudad.


La mutación del meandro urbano ha sido total y no exenta de dificultades técnicas. Para empezar, el terreno, muy bueno para cultivar, pero francamente malo para construir un recinto de pabellones de 25 hectáreas. Esto obligó a construir la base de los pabellones, de nueve hectáreas de superficie, sobre 2.300 zapatas de cimentación. Solo en este "cajón", que servirá como centro logístico durante la Expo y que se reconvertirá en aparcamiento para 2.400 plazas, se emplearon 140.000 metros cúbicos de hormigón. Cantidad suficiente para construir 7.000 viviendas.


El acuario fluvial, ya acabado, descansa también sobre 1.400 pilotes hincados a 10 metros de profundidad, mientras que el pabellón de Aragón lo hace sobre 33 que llegan a 42 metros bajo tierra. Este edificio, de gran complejidad técnica, se ha construido con la misma técnica de la ingeniería de puentes.


En el extremo contrario está la Torre del Agua, anclada al terreno sin cimentación, mediante una losa de 1,8 metros de canto y un zócalo gigantesco de hormigón de alta resistencia que alcanza los diez metros.


Antes de levantar todo se tuvo que despejar de tierra y nivelar el área elegida para el recinto, lo que supuso mover 334.000 metros cúbicos. Si se cargara de golpe en camiones se crearía una fila de 167 kilómetros, la distancia entre Zaragoza y Logroño.


También se tuvo que modificar sobre la marcha el propio proyecto de construcción, ya que no había suficiente cimbra en todo el país para hormigonar los 160.000 metros cuadrados del área central de pabellones. Por ello, se optó por encargar el máximo número de piezas prefabricadas y por tender pasarelas metálicas para unir las plantas superiores de los edificios entre sí.


Pero no solo ha sido un reto técnico, sino administrativo y de organización. Como era imposible acometer la obra de forma convencional para acabarla en plazo se optó por dividirla en fases, que se han tenido que solapar, como en la Torre del Agua, el Pabellón Puente, el área central de pabellones o los edificios de España y de Aragón.


Más de 200 contratos de obra

El director general de Constru-cción, Eduardo Ruiz de Temiño, manifestó que se han superado los 200 contratos de obra, que se han firmado con cerca de un centenar de empresas. En estos momentos, más de 4.600 operarios trabajan en los acabados del recinto, aunque el retraso de los participantes es importante: en 40 pabellones no han empezado aún las obras.


El presidente de Expoagua, Roque Gistau, garantizó que las licitaciones ya se están "acabando" al quedar solo obras menores: "Quedan cuatro tonterías".


Gran parte de las actuaciones serán efímeras, como las plazas temáticas y los pabellones, que se someterán de nuevo a obras tras la clausura para reconvertise en un gran parque empresarial.


La situación es muy distinta en el parque metropolitano del agua, que empieza a enseñar su imagen definitiva. El pequeño campo de golf, de nueve hectáreas, muestra su manto verde junto al centro termal, en pleno montaje de las salas de tratamiento.


La red de canales, con la que se creará una lamina de agua de cinco hectáreas de superficie, está lista para su llenado, aunque se esperará hasta el último momento para inundarla de agua. Su trazado y hasta las formas de los distintos espacios del parque respetan el reparto parcelario de las antiguas huertas, que se aprecia al comparar imágenes aéreas. Un guiño al pasado cuando faltan cien días para el mayor acontecimiento que nunca ha celebrado Zaragoza.