Alpargatas de baturra: de calzado de pobres a la última moda en Vogue

En Casa Alfaro, Georgina y sus hermanos llevan desde los años 80 atendiendo encargos de alpargatas baturras que realizan a mano para diferentes trajes. Hoy la tienda, en el barrio de la Magdalena, se les queda pequeña por el 'boom' de estas esparteñas que marcan tendencia más allá de la fiesta.

Alpargatas de baturra: de calzado de pobres a la última moda en Vogue

Cuando Georgina Alfaro y sus hermanos comenzaron a hacer alpargatas a medida en el barrio de la Magdalena nunca imaginaron que aquel "calzado de pobres" acabaría marcando tendencia en las más prestigiosas revistas de moda. "Mi abuelo venía del pueblo a Zaragoza y nos decía: ‘por cada alpargata que veáis os doy una peseta’. Entonces por aquí no se veían más que el día de la Ofrenda; eran de campesina y ahora es un calzado moderno", explica esta artesana que ha vestido a decenas de generaciones desde los años 80, cuando Casa Alfaro abrió su primera tienda en la calle de San Lorenzo de La Magdalena.

Por aquel entonces la alpargata no era la moda que es ahora. Hoy en día se lleva muchísimo incluso la alpargata regional, cuentan. "Nos vino un cliente este verano con una revista de Vogue a encargarse unas de baturro en vez de con la cinta en negro en azul, y en la revista salían todos los modelos con alpargatas de baturro", relata sorprendida Georgina, quien nunca pensó al venirse a estudiar a Zaragoza que acabaría fabricando esparteñas, como sus abuelos. En un principio, ni ella ni sus hermanos iban a dedicarse al negocio. Querían estudiar, y cada uno hizo su carrera en la capital aragonesa. Georgina estudió magisterio; Gerardo, con quien lleva actualmente el negocio, es matemático; su hermana Mari (que les dejó hace unos años) estudió Turismo; Ana está en la República Dominicana, donde también sus hijos se dedican a la alpargata; y Elena -la pequeña- "ya no quiere saber nada" de las esparteñas, pero estuvo muchos años al frente del negocio.

"En los años 80 estaba todo muy complicado... Mi hermana mayor, aconsejada por mi madre, tuvo la idea, y desde entonces aquí estamos. Al principio las traíamos de La Rioja hechas, pero como cada vez te exigen más nos pusimos a coser y hacerlas nosotras. Empezamos con las suelas básicas y ahora tenemos una barbaridad de suelas y modelos. Nosotros estudiamos y miramos, pero las clientas nos han enseñado mucho", asegura Georgina, que vive con emoción estos días festivos.

Ella y sus hermanos han calzado a un montón de familias: abuelas que han traído a sus hijos, y hoy siguen viniendo a por alpargatas baturras para sus nietos: con la raya vertical para los chicos y en raya horizontal para ellas. "Tenemos desde el número 20, y hacemos chiquitinas y de todos los colores", comenta.

Casa Alfaro: alpargatas baturrras que marcan tendencia

Cuando empezaron eran prácticamente los únicos en la ciudad y en el barrio, que también ha evolucionado mucho en este tiempo. Recuerda que los primeros años no hacían alpargatas a mano en todos los sitios y tuvieron que poner número, como en la pescadería. "En esa época la reina Sofia llevaba alpargatas que compraba en Madrid, en una alpargatería que era de un primo nuestro, y aquí teníamos fila en la calle para comprarlas", relata.

En la actualidad, aunque no de mano de la Reina, la alpargata regional sigue marcando tendencia, y Georgina se muestra gratamente sorprendida por el auge que ha vivido este calzado y, con él, su negocio. "Nunca imaginamos esto. El local ahora se nos queda pequeño. La alpargata antes era un calzado de pobres. Igual que la baturra, la campesina llevaba la alpargata y la rica calzaba zapato. Ahora la alpargata se ha hecho un hueco en el armario y es 'cool' y moderna, se ha hecho hasta necesaria para los viajes y para todo", explica en relación a los encargos que reciben también para novias.

Casa Alfaro: alpargatas baturrras que marcan tendencia

Internet, una ventana al mundo

Internet ha sido para ellos "una ventana abierta al mundo". A esa clientela fiel de madres e hijas se ha sumado también mediante la página web y las redes sociales gente de fuera que quiere tener sus propias esparteñas (regionales o no) cosidas a mano. "De España tenemos muchos clientes del sur; y extranjeros, de todos sitios (belgas, franceses, ingleses...). Normalmente siempre cerramos en Fiestas del Pilar por el ajetreo tan grande que llevamos. Ahora bien, no dejamos a nadie sin alpargatas", confiesa.

Las peticiones de su clientela son de lo más dispares, y van desde la miñonera clásica (de loneta blanca con atadores de veta negra) a las de tipo albarca. También hay quienes las encargan con la típica tela de cachirulo o las llamadas 'mañas'; otros, además, llevan sus propios retales para hacérselas a medida e incluso para las más peripuestas idean alternativas cómodas que les permitan ir de gala calzadas con alpargatas. 

"Antes en los vestidos regionales había una diferencia social. La gente rica iba de gala y llevaba zapatos, y aunque el traje regional de gala sigue siendo así, hay quien -como en las bodas para bailar- prefiere ir cómoda y se pone sus alpargatas con una tela a juego con el vestido: tela brocada o con la lona de un color distinto", detalla Georgina.

Una afición convertida en oficio

Casa Alfaro: alpargatas baturrras que marcan tendencia

Después de casi 40 años dedicada a un negocio que mantienen con mimo, Georgina reconoce que para ella este oficio es un 'hobby'. "La alpargata me gusta porque es muy creativa. Gusta mucho, y sobre todo el día del Pilar, cuando vamos a la Ofrenda, yo me fijo en los pies a ver qué llevan. Es algo que llena mucho y desde luego para mí sería muy triste que se acabara el negocio", confiesa.

Por suerte, tanto a su hijo -que es diseñador gráfico- como a sus sobrinos les "encanta" este mundo, y Gerardo y ella confían en que la cuarta generación de la familia Alfaro siga llenando de ideas su emblemática tienda de la calle de San Lorenzo, donde a Georgina siempre le viene el recuerdo del taller familiar de su infancia.

"Cuando íbamos al pueblo siempre jugaba en la alpargatería de mis abuelos, que trabajaba un tío mío. Me subía por las trenzas de yute, que eran fardos, y disfrutaba mucho por allí… Mi pasión era jugar y ver las alpargatas. A los 15 años ya me hice un par, las primeras, que me costaron lo mío… pero nada que ver con las que hay ahora", dice entre risas.

Al año que viene, Georgina y Gerardo no descartan abrir la tienda en plenas Fiestas del Pilar, pues consideran que esta celebración es "cada vez más popular" fuera de la ciudad. "Ahora estamos organizando pedidos y planificando nuevos modelos. Aunque si nos ven con la persiana bajada nos llaman al timbre y abrimos. Internet está abierto y siempre hay que mandar alguna por correo", confiesa mientras atiende la inesperada entrada de una madrileña que busca unas alpargatas pequeñas para regalarle a su nieto.

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