El preso Benito Ortiz Perea improvisó su fuga la madrugada del 29 de agosto, cuando una ambulancia lo trasladó a prisión desde Urgencias del hospital Miguel Servet y no contó con el apoyo e nadie. De hecho, se escapó andando a Huesca. Esta es la versión que contó nada más llegar al centro penitenciario de Zuera, donde regresó el pasado miércoles a las 21.30, después de ser detenido por la Policía Nacional en la estación de Delicias cuando pensaba irse a Valencia.

Fuentes penitenciarias señalaron este viernes que el preso ha contado que nadie acudió en coche para ayudarle en la fuga, sino que después de sortear de un salto la puerta de dos metros de la prisión y cruzar el aparcamiento (hasta donde fue grabado con las cámaras de la prisión) se escondió en el campo para evitar que lo detectaran los guardia civiles que salieron a buscarlo. Cuando se sintió seguro, comenzó a caminar y llegó hasta Huesca, situada a unos 36 kilómetros de la prisión.

Días después, regresó a Zaragoza y, al parecer, ha contado que ese recorrido también lo hizo a pie para eludir a las Fuerzas de Seguridad del Estado que pudieran estar vigilando los autobuses o los trenes. Al parecer, Benito Ortiz no quería comprometer a sus familiares para que no pudieran acusarles de encubrimiento. Estuvo días en barrio de Torrero-La Paz, donde reside parte de su familia (como en Huesca y Ejea de los Caballeros) y, al final, acabó detenido. La Policía Nacional hizo una gran batida el pasado martes por el barrio de Torrero después de recibir el aviso de un vecino que lo reconoció. El despliegue le empujó a tomar la decisión de coger un autobús en la estación de Delicias. A pesar del riesgo, confiaba en que el pelo teñido y una ropa distinta le ayudara a pasar inadvertido. Aunque no fue así y acabó detenido.

Al entrar de nuevo en Zuera, la Junta de Tratamiento ha decidido que Benito Ortiz esté en la enfermería, aunque al principio tenía todos los puntos para que se le pudiera enviar al módulo de aislamiento, donde se encuentran los internos más peligrosos implicados en crímenes, como Igor el Ruso, Rodrigo Lanza, Ismael López, alias ‘El Ojos’, o varios yihadistas.

Fuentes penitenciarias señalaron que Ortiz Perea ha llegado a la prisión "encabronado" y "muy enfadado" por haber sido detenido cuando iba a coger un bus a Valencia. Llevaba una mochila con ropa que podía proceder de algún contenedor de reciclaje.

Después de las entrevistas que le hicieron el médico, el educador y el trabajador social, se ha decidido dejarlo en la enfermería para evitar que pueda autolesionarse. "Vuelve a su hábitat natural, la prisión, donde lleva entrando y saliendo desde 1979 y donde ahora está con sus dos hermanos. No tiene visitas de su familia", comentó un funcionario. Lo conoce porque está en su módulo en el que convive con su hermano Pedro. "Está delicado de salud (además de la reciente operación de la fístula recibe tratamiento de una patología que deriva de su adicción a las drogas) y ha vuelto nervioso. Por eso se ha decidido mantener un mayor control de vigilancia hasta que se tranquilice", agregó.

Antes de su huida, Benito Ortiz Perea no era un preso que frecuentara el módulo de aislamiento, salvo en alguna ocasión para cumplir alguna sanción. Pero tras su fuga puede encontrarse con la próxima decisión de la secretaría general de Instituciones Penitenciarias de incluirlo entre los más peligrosos a los que se les aplica el régimen FIES ( Fichero de Internos de Especial Seguimiento).

Entre los cinco tipos de FIES que se puede aplicar se le asignaría el primero, el más duro y que exige el control directo de los presos. Se aplica a los internos conflictivos que dentro o fuera de la cárcel hayan protagonizado incidentes, intento de fugas o motines.