Adrien Salenc abre la primera puerta grande

Alejandro Mora recibe una grave cornada a la altura del triángulo de Scarpa mientras toreaba sobre la mano izquierda al que cerraba plaza.

Adrien Salenc fue el triunfador de la tarde tras cortas dos orejas a su primero.
Adrien Salenc fue el triunfador de la tarde tras cortas dos orejas a su primero.
Raquel Labodía

Con la exigencia propia del que se sabe responsable de la buena entrada que presentaban los tendidos, Los Maños trajeron una novillada digna de cualquier plaza de primera. Pareja, nada descarada y con las hechuras propias de una exigente selección. Una pintura. La de ayer volvió a dejar claro que en esa casa hay casta. Y no poca. Tres novillos de nota alta pese a que las cuadrillas se empeñaron en suspenderlos. Ni por esas. Subalternos con malas artes y lanceros crueles, se dejaron llevar por ese pánico que genera todo lo que no es Domecq y tiene el pelo cárdeno. Infames lidias y puyazos criminales fueron la tónica de la tarde. A excepción de la brega de Gómez Escorial y Jesús Talavan a quinto y sexto.

Matar la novillada de Los Maños y en una plaza como la de Zaragoza supone ser una oportunidad y no el suplicio que aparenta. Cuántas fatigas. La de ayer, como tantas otras, tampoco se comió a nadie. Solo el francés Adrien Salenc estuvo a la altura de la cita.

El de Nimes demostró que es otro torero y que lo de Bayona no fue casualidad. Hace dos años, el joven espada se marchaba de Zaragoza blanco como el papel después de pasar un trago con la novillada de Los Maños. Ayer fue otro torero. Mucho más rodado, más hecho y más asentado, abrió la puerta grande por derecho tras cortarle las orejas al primero de su lote.

De nombre Chinchoso, se arrancó con brío al caballo de Romualdo Almodóvar en el que soportó un puyazo eterno y mal colocado. Puso en apuros a los rehileteros y se creció en la muleta de un Salenc que estuvo inmenso. Lo recibió en los medios con una serie de cambiados por la espalda pero enseguida le cogió el aire y le encontró la distancia. Sobre la mano derecha hilvanó una faena con muletazos suaves y templados que remató con la zocata en un bello final de faena. Quizá el premio fue excesivo. O demasiado escaso para el toro. La petición de vuelta al ruedo fue mayoritaria.

Con su segundo no pudo mostrar mucho más que disposición. Paradote y de escaso recorrido, no le permitió el lucimiento. Mostró el oficio que tiene y, pese a que quiso volver a pegar un puñetazo encima de la mesa, debió abreviar.

El portugués Juanito volvió a dejar helada a la gente. Un novillero tan hecho como este no puede dejar escapar al bombón que hizo primero ni pasar los apuros que pasó con el bravo cuarto. El abreplaza, de embestida dulce y humillada, mereció más. Lo llevó siempre por las afueras y jamás se fajó con él. Se fue con las orejas puestas.

Si con el primero estuvo mal, no mejoró su actuación con el bravo cuarto. Un novillo al que no quiso ver. Permitió que su lidia fuese un capeo y jamás lo dejó respirar. Le acortó las distancias y lo escupió siempre hacia afuera. Tirón tras tirón. Los bravos y encastados no merecen ese trato. Ni que los maten así. Con la espada formó dos sainetes ejecutando la suerte de manera poco ortodoxa y aún menos efectiva.

La cruz fue para el debutante

Se presentaba en Zaragoza el jovencísimo Alejandro Mora. Sobrino del matador de toros Juan Mora, dejó claro que tiene mucho camino por delante y mucho que pulir. Tiene maneras y un cierto gusto pero está demasiado verde para un compromiso como el de ayer. Nunca se confió ni terminó de entregarse.

El primero de su lote, pese a cumplir en los dos primeros tercios, acusó la tremenda voltereta que sufrió y terminó parándose. Poco pudo hacer el extremeño.

Sin embargo, con el bravo y encastado sexto pasó un quinario. Lo lució en el caballo y el animal respondió. Se arrancó de largo y cumplio en el peto en dos fuertes puyazos. Mora se equivocó. Mientras trataba de cogerle el aire con la franela, dudó en demasiadas ocasiones y, tras varios avisos, el animal terminó prendiéndole de manera muy fea a la altura del triángulo de Scarpa.

Por lo demás, saludaron los banderilleros Gómez Escorial y Diego Valladar de la cuadrilla de Adrien Salenc tras parear al segundo de la tarde. También lo hiceron los subalternos Toñete y Javier Palomeque de la cuadrilla de Mora en el sexto.

Además, los picadores están cogiendo la fea costumbre de no realizar la suerte en la contraquerencia y los mozos de espadas la de no parar quietos a la hora de ejecutar la suerte suprema.

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