Última parada, el ascensor panorámico del Pilar

El ascensor panorámico original de la torre San Francisco de Borja, la más próxima en la ribera al puente de Santiago, se inauguró hace medio siglo; el nuevo está desde 2011.

Vistas desde el ascensor del Pilar
Vistas desde el ascensor del Pilar
Archivo Heraldo

El pasado 18 de mayo de 2018 se cumplieron 51 años de la inauguración del ascensor panorámico instalado en la torre San Franciso de Borja, erigida en 1959 en la ribera del Ebro.

Una obra que entusiasmó a los zaragozanos y que permitía unas vistas impresionantes de la ciudad. En 2010 se sustituyó por un modelo nuevo, que entró en funcionamiento en mayo de 2011.

Así fue la inauguración del ascensor del Pilar en 1968

En el testamento de los esposos Sala-Urzaiz se destinó una partida a la financiación del ascensor original. El acto de inauguración se celebró el 18 de mayo de 1968 en el atrio de entrada a la basílica, con la presencia del alcalde de Zaragoza, don Cesáreo Alierta, acompañado de varios concejales.

También asistió el presidente de la Diputación Provincial, el señor Antonio Zubiri; el rector de la Universidad, don Juan Cabrera, y otras autoridades civiles y militares, amén de don Arturo Guillén Urzáiz en nombre de la familia benefactora. El arzobispo, monseñor Cantero, procedió a la bendición litúrgica del ascensor y recordó la generosidad del matrimonio Sala-Urzáiz, que vendió su patrimonio familiar para costear también las dos torres ribereñas del Pilar, terminadas en 1959 y 1961, además de agradecer las numerosas donaciones recibidas para el ascensor. Varias autoridades presentes hicieron el primer viaje en el ascensor, efectuando así la prueba oficial de su inauguración y servicio inmediato.

El ascensor estaba considerado en su momento como uno de los más avanzados del mundo. La empresa zaragozana GIESA (Guiral Industrias Eléctricas) fue la responsable de la instalación.

Las crónicas de la época explicaban que "el elevador consta de un amplio camarín capaz de llevar a 16 personas. Comunica el nivel calle con el mirador de ventanas altas, a 50,77 metros del suelo, y el cupulín superior (60,76 metros), al que se accede por una escalera metálica.

La velocidad ascensional es de 2,80 metros por segundo; el control electrónico Gratrón, patentado y fabricado en exclusiva por GIESA, hace que una vez ajustados los valores óptimos, los programas de velocidad se cumplan exactamente para cualquier estado de carga en el camarín.

Entre otras especificaciones, dispone de un dispositivo de célula fotoeléctrica que controla la orden de cierre de puerta, de tal manera que, quedando registrada la maniobra al pulsar un botón cualquiera, no se realice hasta tanto quede despejada la zona de recorrido de la puerta, o bien dé la orden de retroceso, si el haz luminoso es interceptado durante la marcha de la misma".

En el texto relativo a la inauguración también se hacía hincapié en las medidas de seguridad adoptadas y la experiencia de la empresa en este tipo de instalaciones. "Si en los aspectos de confort y precisión de servicio se han adoptado las más modernas técnicas, no es menos cierto que también en cuanto al diseño de mecanismos de seguridad, tales como doble bloqueo electromecánico de puertas, dispositivo de control de tensión de cables, paracaídas de acción progresiva, limitadores de recorrido y amortiguadores se han tomado las máximas garantías.

Una amplia escalera instalada en toda la altura de la torre y una serie de puertas de emergencia permiten efectuar la evacuación del ascensor en caso de falta de fluido u otras circunstancias anómalas".

Se recordaba también que GIESA ya había instalado anteriormente aparatos en edificios relevantes de toda España, como la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, Banco de Crédito Local de España, Ministerio de Información y Turismo o la Residencia Sanitaria, en Cruces (Bilbao), entre muchos otros.

En 2011, el recambio

En 2010 se empezó a anunciar el fin del ascensor: se iba a sustituir por un nuevo modelo. José Antonio Latre, que llevaba trabajando como ascensorista en el Pilar desde 1971, contaba a HERALDO sus recuerdos después de casi cuatro décadas en la tarea.

"No hay piloto en España que tenga tantas horas de vuelo como yo -bromeaba-. Y si hubiera llevado de cuenta los metros que he subido y bajado, ya estaría de vuelta del tercer o cuarto viaje a la luna".

"Este ascensor -decía- es bueno, muy bueno. Es que casi no se ha estropeado. Cada diez días pasa revisión y se engrasa. En el 77 hubo que cambiar parte del motor, y más o menos en el 2000 se renovaron las sirgas, que medían 240 metros. Pero poco más. Es que no falla nunca. Los días de mayor número de visitantes son los sábados.

Hay más público por las mañanas que por las tardes, y en verano que en invierno. Y el día del Pilar trabajo de sol a sol. Pero no recuerdo un solo día en que no haya venido ni un visitante.

Hasta en las mañanas de niebla más espesa acaba viniendo alguien. Yo soy honesto, les digo que vuelvan por la tarde, porque en Zaragoza la niebla siempre despeja y por la tarde ya se puede ver la ciudad desde arriba".

El 20 de  mayo de 2011 entró en servicio un nuevo ascensor, acristalado, fabricado en Finlandia por la firma Kone. Su instalación costó 11 meses de trabajo y 2 millones de euros. Los antiguos motores del ascensor original, fabricados en Suiza en 1967, quedaron expuestos al público.

El ascensor abre todos los días del año, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.00; tiene capacidad para 21 personas, un precio de 3 euros (los menores de 9 años viajan gratis) y realiza la subida de 62 metros en 20 segundos.

Tras dejar el ascensor, existen dos tramos de escaleras y una estancia de descanso previos al mirador superior; en esta zona hay dos bancos, expositores y una escalera de caracol que da acceso a la parte más alta de la torre (unos 80 metros), acristalada y con capacidad para 12 personas.

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