Isabel la Católica: el paseo que conecta el pasado, el presente y el futuro de la ciudad

La expansión urbanística de Zaragoza continúo hacia el sur, en la década de los 40, con una arteria en la que se construyeron algunos de sus principales equipamientos

Paseo de Isabel la Católica
Paseo de Isabel la Católica
Guillermo Mestre

El paseo de Isabel la Católica conecta el de Fernando el Católico con la rotonda de Toulouse y culmina el eje que junto a Fernando el Católico y la Gran Vía comenzó a fraguarse con el proyecto de ensanche de la ciudad en los años 20 y 30. El nombre de esta vía que alberga edificios como la antigua Feria de Muestras –hoy sede de la Cámara de Comercio de Zaragoza–, el estadio de La Romareda o el hospital Miguel Servet, entre otros, se decidió en 1947, según recogen las autoras del callejero ‘La Zaragoza de las mujeres’ (Ayuntamiento de Zaragoza, 2018): «En el pleno del día 9-7-1947 se puso nombre a una gran avenida nueva en el ensanche de la zona de la Universidad a continuación de la de su marido, Fernando el Católico. Comenzaba en la antigua Feria de Muestras y terminaba en la carretera de Valencia».

«Actúa como vía de entrada a la ciudad y su diseño fue perfecto, –opina Javiér Pérez Ciria, presidente de la asociación de vecinos Fernando el Católico–. Junto a Fernando el Católico y Gran Vía forma uno de los cincos paseos importantes de Zaragoza que, en forma de estrella, van a parar a la plaza de Basilio Paraíso».

Sin embargo, el presidente de la asociación recalca que Isabel la Católica «no es realmente un paseo, sino más bien una avenida que, a lo largo del tiempo, ha sido capaz de adaptarse a todo lo que la ciudad le ha requerido».

Al final de la década de los 20, antes de que el paseo recibiera el nombre de la reina castellana, se abrió en el arranque de este tramo la entrada al parque Primo de Rivera, quien había iniciado la campaña ‘Un parque para cada ciudad’ por la que el Ayuntamiento comenzó los trabajos para configurar esta importante zona verde de la ciudad en el Cabezo Buenavista y los Montes de Torrero.

El parque figura en el Catálogo Municipal, protegido como conjunto urbano de interés, y su ficha detalla que «el arquitecto Miguel Ángel Navarro Pérez asumió su concepción técnica con el Proyecto del cubrimiento del Huerva para saneamiento y preparación de las obras de ensanche y Parque de la ciudad. El ingeniero municipal José López se encargaría de aguas y alcantarillado».

Un paseo a lo grande

Miguel Primo de Rivera inauguró oficialmente este espacio el 17 de mayo de 1929, «al abrirse al público el puente ‘Trece de Septiembre’ –fecha que recuerda el golpe de estado del general en 1923. Desde 2012 se denomina de los Cantautores– que enlazaba la Gran Vía con el parque. La delimitación actual de este singular conjunto coincide con el plano de 1927 de Martín Agustín, ingeniero de montes municipal que dirigió las obras», añade la documentación municipal.

En años posteriores, los zaragozanos lo llamarían de Buenavista, de nuevo Primo de Rivera y también, popularmente, parque Grande –como hasta la fecha, además de llevar el nombre de José Antonio Labordeta–.

Con la Residencia José Antonio, que en 1955 inició su actividad, ocurrió algo similar, ya que muy pronto empezó a conocerse con el nombre de Casa Grande, dadas las dimensiones de la construcción proyectada por Fernando García Mercadal que hoy conforma el hospital Miguel Servet.

A poco metros de este lugar, frente a la entrada del parque, se sitúa el edificio principal y la torre de la antigua Feria de Muestras, proyectada por Regino y José Borobio Ojeda y José Beltrán, que abrió sus puertas en 1941 y mantuvo allí su actividad hasta que en 1986 se trasladó a la carretera de Madrid. En 1944 se inauguró la torre neomudéjar y en sus instalaciones tuvieron lugar las primeras citas internacionales. El recinto se amplió varias veces y en 1958 se presentó el pabellón hispano-francés, que conmemoraba el 50 aniversario de la Exposición Hispano-Francesa. En los terrenos que ocupaban el recinto ferial se erigieron a mediados de los 90 el Auditorio de Zaragoza, el centro comercial Los Porches del Audiorama y un edificio de la CAI que hoy es sede de Hiberus Tecnología.

Camino de la rotonda de Toulouse se encuentran dos edificios que, igual que la Feria Muestras, también datan de la década de los 40: el Convento de Jerusalén (1947), cerrado en 2015 por traslado de las hermanas clarisas; y el colegio de Nuestra Señora del Pilar para Huérfanos e Hijos del Magisterio (1943), el ‘Magis’, con parte de sus instalaciones ocupadas por el IES Miguel Catalán.

«Desde el principio, esta vía se ha caracterizado por concentrar varios equipamientos y servicios de la ciudad: el Servet, La Romareda, el parque... y hoy sigue siendo un tramo importante donde vuelve a tener protagonismo el tranvía. Isabel la Católica constituye en el presente, y también en su futuro, una zona fundamental tanto para el distrito como para la ciudad», subraya Pérez Ciria.

Un estadio de fútbol con esencia de romero

El entorno en el que se encontraba una antigua acequia y terrenos lindantes, donde se construyó el estadio municipal de fútbol, se denominaba La Romareda por la abundancia de matas de romero en el lugar. Y así, con este nombre, el campo de fútbol fue inaugurado el 8 de septiembre de 1957 con un partido entre el Real Zaragoza y el Club Atlético Osasuna que acabó con el resultado de 4-3, favorable a los zaragozanos.

El pasado mes de junio, el escritor, bibliófilo y apasionado zaragocista, José Luis Melero, proponía en las redes sociales que en la plaza próxima a La Romareda «se explique este origen con una pequeña lápida y se plante un humilde jardín con plantas de romero. Sería una hermosa forma de recordar el pasado y darle personalidad a la zona».

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