Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Una zaragozana de 30 años, premiada como mejor investigadora joven de Europa

Alejandra Consejo ha demostrado que el limbo esclerocorneal del ojo no es circular, sino que depende de cada persona.

Alejandra Consejo en el hospital universitario de Amberes donde está realizando su posdoc
Alejandra Consejo en el hospital universitario de Amberes donde está realizando su posdoc

Alejandra Consejo eligió estudiar Física en la Universidad de Zaragoza en vez de Ingeniería cuando tenía 18 años porque quería ir “a la raíz de los problemas, entender los fundamentos de la naturaleza”. Ahora, doce años después, esta zaragozana se ha adentrado en lo más profundo de los ojos humanos para conocerlos y gracias a ello ha sido galardonada con el ‘European Young Researcher's Award 2017’ como mejor doctoranda-investigadora joven de Europa.

El premio lo otorga EuroScience, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la ciencia e innovación en Europa. La celebración tuvo lugar este jueves, 12 de julio, en Toulusse (Francia) como parte del EuroScience Open Forum 2018, una de las reuniones más importantes de ciencia interdisciplinaria en Europa. Todo un logro que Consejo no se esperaba para nada, “probé a ver si había suerte y mira”, dice ilusionada.

Y la suerte se la dio ‘Ageye’, un proyecto interdisciplinar y en el que han colaborado varias universidades europeas durante cuatro años sobre el envejecimiento ocular, es decir, conocer cómo las estructuras oculares cambian con el tiempo. Más concretamente, Consejo se ha encargado de estudiar desde la universidad polaca de ciencia y tecnología de Wroclaw “la parte externa del ojo”.

Esto es la esclerótica del ojo (lo blanco), la córnea y el limbo esclerocorneal, una especie de línea estrecha e invisible que divide los dos elementos anteriores. En esta última parte del ojo es donde la zaragozana ha realizado uno de los descubrimientos más importantes del proyecto: demostrar a través de modelos matemáticos que esta “línea” no es circular, sino que depende del ojo de cada persona.

“Ahora hemos entendido los mecanismos, el cómo funciona, para poder llegar al siguiente paso: las soluciones”, explica Consejo sobre el impacto social de esta investigación que inició gracias a una beca Marie Curie en bio-cibernética e ingeniería biomédica. Sin embargo el tema le llegó sin buscarlo, a través de un correo de un profesor de Unizar. “Los ojos en mi familia siempre habían estado muy presentes, todos llevamos gafas y a mi padre le operaron de un desprendimiento de la retina... así que me lancé a la piscina”.

Volver, pero no a cualquier precio

Aunque Consejo echa mucho de menos España y le gustaría volver a casa, no quiere hacerlo “a cualquier precio”. “La realidad de la investigación en España está mal si la comparas con otros países. El número de becas que puedes solicitar es mucho menor, por lo que es más complicado. Hay menos oportunidades”, explica.

“No he encontrado nada que me permita volver”, sentencia esta investigadora cuyo futuro por ahora está en Bélgica, más concretamente en el departamento de oftalmología del hospital universitario de Amberes. Allí se dedica a estudiar, mediante inteligencia artificial, la detección temprana del keratocono, una enfermedad de la córnea. Si nada cambia, los ojos continuarán puestos en esta joven zaragozana.

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