De mero almacén a centro logístico y oficina: la reinvención de los trasteros

El auge del sector se apoya en las necesidades de profesionales autónomos y pequeñas empresas como tiendas online.

Un almacén de la empresa Guardatodo en Zaragoza
Un almacén de la empresa Guardatodo en Zaragoza

Los trasteros se habían ajustado siempre a la sencilla labor que les encomendaba su propio nombre: guardar trastos. Por lo general, con escaso orden y menos concierto. Eran -y en el ámbito doméstico son- ese cubículo de 4 ó 5 metros cuadrados que se adquiría de forma indivisible a otro inmueble de mayor empaque en el proceso de compraventa de una vivienda.

Pero en la última década han dado un pequeño vuelco a sus encomiendas. Además de su labor familiar han asumido otras funciones bien diferentes, que atañen a sectores profesionales, desde la albañilería o la fontanería hasta la abogacía. Profesiones que precisan de espacios flexibles en los que almacenar materiales o documentos, así como otros servicios.

Esta vuelta de tuerca en el sector ha motivado la apertura de nuevos espacios, pero también la reconversión en centros de almacenamiento de locales comerciales con poca salida, tanto en vías secundarias como en grandes avenidas.

La empresa zaragozana Guardatodo fue una de las pioneras a la hora de abrir este tipo de centros, y después de una década ven cómo "la demanda es cada vez mayor", según explica Coral Martínez. responsable de marqueting de la compañía.

Esta responde a particulares que buscan el clásico servicio de guardamuebles, pero sobre todo a "empresas y autónomos que necesitan un almacén en el corazón de la ciudad, o profesionales del sector de las reformas que precisan de un espacio en el que guardar los materiales", indica Martínez.

Dentro de las pymes destacan las que venden a través de tiendas online y que emplean los trasteros como centros logísticos a pequeña escala desde los que almacenar, organizar y distribuir sus mercancías.

Pero también hay profesiones de traje y corbata que recurren a ellos. "En nuestro caso, ofrecemos almacenamientos de todos los tamaños, también en formato taquilla, lo que permite a comerciales autónomos o abogados un espacio en el que guardar sus documentos, y servicios complementarios como espacios de coworking o salas de reuniones", señala Martínez.

El uso tradicional

Claro, que el uso tradicional, el de almacenar aquellos objetos que no tienen cabida en casa, sigue vigente. En ello han colaborado la normalización de las viviendas más pequeñas, con menos metros en los que tener muebles muertos de risa, pero también el auge de los pisos de alquiler vacacional, cuyos dueños acostumbran a arrendar con el mobiliario mínimo. Y en algún sitio hay que guardar esas sillas de más.

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