Primeros lances y envites en el mercado medieval del Pilar

Pícaros y juglares vuelven a poner patas arriba la plaza del Pilar. Y lo hacen con sus farsas y sus malabares, provocando al personal desde lo alto de sus zancos, y mirando todo con la extrañeza propia de un crononauta que ha aterrizado en la plaza del Pilar desde su siglo XII o XIII. La feria medieval zaragozana subió ayer el telón con escasas novedades pero bastante animación. El alcalde Santisteve participó ayer en el tradicional paseíllo inaugural entre saltimbanquis y faunos, y destacó el "revulsivo turístico" que supone un mercadillo que echa el resto en "exhibir el talento local".

Hasta el domingo, los 160 puestos desplegados esperan la visita de unos 200.000 zaragozanos, que podrán disfrutar también de decenas de actuaciones de grupos de la tierra tales como Los Titiriteros de Binéfar, Caleidoscopio, Los Navegantes, Biella Nuei, Trivium Klezmer, Nomaduk... Este 2018, conmemorando la reconquista cristiana de Saraqusta de hace 900 años, el mismísimo rey Alfonso I el Batallador tiene previsto acudir a la plaza del Pilar, donde se ya se ha estrenado un pequeño (pero que muy pequeño) graderío para que el público disfrute mejor de los espectáculos. Hoy, sin ir más lejos, puede verse un pasacalles protagonizado por duendes (18.30), un ‘show’ de lucha escénica (20.00), las danzas orientales de grupo Sahasrara o la temida ‘Llegada de los Orcos’ (21.00), que es un espectáculo creado ‘ad hoc’ para esta feria por la compañía Lobos Negros.

El paladar de la plebe

Y mientras no dejan de sonar panderetas y dulzainas, los establecimientos del entorno de la Seo, pero también de San Pablo, La Magdalena o Altabás tratarán de que los visitantes viajen en el túnel del tiempo a través también del paladar y el estómago. Una veintena de bares y restaurantes  participan en lo que se ha dado en denominar la ‘ruta de tapas medievales’, que invita a los zaragozanos a probar el morteruelo, el almodrote o el tabulé, es decir, algunas de las especialidades de comida árabe y sefardí. Algunos de estos aperitivos tienen nombres tan sugerentes como ‘Memoria de Juan de Altamiras, ‘Cid Campeador o ‘Jardín de Saraqusta’ y –ya se sabe– si tan bien suenan... mejor sabrán.