La crecida del Ebro que casi arruinó la inauguración de la Expo Zaragoza 2008

Zaragoza estaba preparada para 93 días de exposiciones, espectáculos, visitas, debates, reflexión y entretenimiento, pero una crecida del Ebro hizo que todos los ciudadanos mirasen con respeto al río durante los días previos a la inauguración.

Fotografías de la crecida del Ebro que condicionó la inauguración de la Expo Zaragoza 2008
Fotografías de la crecida del Ebro que condicionó la inauguración de la Expo Zaragoza 2008
Pedro Etura / Maite Fernández / Noelia San José

Zaragoza se preparaba hace ahora 10 años para presentarse ante el mundo con la mayor fiesta del agua; la inauguración de la Expo estaba a punto de celebrarse. Entre los 5.000 invitados hubo miembros de la Familia Real, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y las principales autoridades del Estado. Naturalmente, también había representación de la plana mayor de las instituciones aragonesas. La muestra se levantó a orillas del Ebro en un tiempo récord de dos años y medio, gracias a los más de ocho millones de horas totales trabajadas por miles de operarios. Un acontecimiento en el que participaron 105 países y todas las comunidades autónomas españolas, que quisieron expresar su apoyo a una celebración dedicada al agua y el desarrollo sostenible, temas trascendentales para el futuro de la humanidad.

Toda la ciudad estaba pendiente del acontecimiento más universal vivido en su área urbana en el último siglo; el precedente estaba precisamente en otra Exposición, la Hispano-Francesa, que tuvo lugar en 1908.

En la semana anterior a la ceremonia inaugural hubo un poco de todo en meteorología y fenómenos naturales, al menos los que se pueden esperar a finales de primavera: crecida del Ebro, calor, lluvia, cierzo... todo junto. Hubo momentos en lo que se temía lo peor: llegar al día señalado sin posibilidad de levantar el telón apropiadamente.

Miles de zaragozanos acudían a la Pasarela del Voluntariado día a día. Las  inmediaciones de Ranillas y las riberas se llenaban de gente mirando la furia del agua del Ebro y sus efectos, sobre todo en las obras situadas en zona inundable.

Ensayos previos suspendidos por la crecida

Estaban previstos varios ensayos antes de la gran noche, pero la riada impidió la realización de dos de ellos. Solo hubo un ensayo público, el 10 de junio, para el que se repartieron 35.000 invitaciones. Ese día pudo inaugurarse el azud del Ebro, pero las compuertas tan solo funcionaron cuatro horas y los barcos no volvieron a navegar por el Ebro hasta que la crecida pasó.

Ceremonia inaugural alternativa

La gran riada obligó a tener previsto un montaje alternativo al espectáculo del iceberg, previsto para la noche del estreno y que había quedado descartado por inundación; era imposible rehacerlo a tiempo.

El entonces alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, trató de calmar los nervios previos a la ceremonia explicando que contaba con un "plan b" para sustituir al espectáculo previsto en el Ebro.

Se decidió trasladar el centro de atención del río Ebro a la Torre del Agua. El artista francés Christophe Berthonneau, que había diseñado la clausura y la fiesta del fuego con motivo de San Juan del 24 de junio, fue el encargado de llenar de luz la noche del 13 de junio con una gran creación pirotécnica. "Un espectáculo colosal", como lo definió el director artístico de Expoagua, Francisco Ortega. Con su compañía, Groupe F, Berthonneau ya había diseñado las clausuras de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 y Atenas en 2004, de la Expo de Lisboa en 1998 o la inauguración de la Copa América de Valencia en 2007, entre otros acontecimientos internacionales.

Los zaragozanos pudieron seguir la exhibición luminosa en la calle. "Haremos un guiño a la ciudad, porque todo el mundo tiene que ser protagonista de la gran fiesta de la Expo", apuntó uno de los máximos responsables del espectáculo.

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