Los primeros achaques de los carriles bici

Los colectivos alertan de la falta de seguridad de las infraestructuras ciclistas ‘low cost’. El Ayuntamiento duplica la partida destinada a su mantenimiento hasta los 200.000 euros.

Desniveles y alcantarillas. Uno de los problemas más recurrentes en los carriles bici son los desniveles que hay en la parte más cercana a las aceras por los desagües, así como las alcantarillas que salpican el recorrido. Según los colectivos ciclistas, han causado algunos accidentes. En la imagen, la avenida de Anselmo Clavé.
Desniveles y alcantarillas. Uno de los problemas más recurrentes en los carriles bici son los desniveles que hay en la parte más cercana a las aceras por los desagües, así como las alcantarillas que salpican el recorrido. Según los colectivos ciclistas, h
Raquel Labodía

La red de carriles bici de la ciudad empieza a sufrir los primeros achaques. Zaragoza envejece, lo hacen sus calzadas, sus aceras, sus parques... y también las vías reservadas para la circulación de bicicletas. Los colectivos ciclistas reclaman un mejor mantenimiento y la adecuación de algunos tramos de la red que presentan un estado más que mejorable. En ocasiones, incluso, las deficiencias pueden llegar a suponer un problema de seguridad para quienes optan por pedalear para desplazarse por la capital aragonesa.

Los carriles bici han logrado componer una extensa malla que abarca buena parte de la ciudad. La red ya supera los 131 kilómetros, y no deja de crecer. Los hay de todos los tipos. Bidireccionales, unidireccionales, en la parte derecha de la calzada, pegados a la mediana, por la calzada, a la altura de la acera… El catálogo es muy variado, como también lo es su estado de conservación. Los principales problemas de seguridad, según reclaman, se dan por el mal estado del firme, por los desniveles que tienen y por la ausencia de los llamados armadillos, esas piezas de plástico ovaladas que separan el carril bici del resto de la calzada.

El problema, en ocasiones, es de origen. Es decir, que cuando se decidió instalar el carril bici en una determinada calle, no se adecuó el firme convenientemente. Por ejemplo, ha habido avenidas en las que se retiró una fila de aparcamientos para pintar el espacio para las bicicletas, sin tocar el asfalto para nada. Un suelo agrietado o en mal estado quizá no era un problema demasiado grave para los coches que aparcaban, pero sí lo es para las bicicletas que circulan.

Un suelo en desnivel

Javier Tello, de la organización Zaragoza en Bici, señala que tampoco se ha tenido en cuenta que en la parte de la calzada más cercano a las aceras "hay un desnivel para los desagües", lo que supone "un peligro" que ya ha provocado "bastantes accidentes". Desde su asociación identifican los puntos peligrosos que hay en la ciudad para las bicicletas, avisan de dónde se encuentran y alertan a las autoridades para que los cambien. Este mes renovarán y actualizarán su página web (zaragozaenbici.es) con un buen puñado de desperfectos en la red de carriles bici.

Según apunta Tello, el Ayuntamiento ha optado por construir "carriles bici ‘low cost’", a los que con el paso de los años se les notan más las deficiencias. Perico Ruiz, del colectivo Pedalea, señala que el estado de la red "es mejorable en general" y apunta que "no ha habido una planificación para arreglarlos". "Solo se cambian cuando ya son un auténtico desastre", critica. En algunos, apunta, el estado de la calzada es tan deficiente "que la gente que va en bicicleta de carretera no pasa por ahí".

Por ello, pide que cuando se reasfalte una calle se mejore también el carril bici, cosa que no siempre ocurre. Uno de los ejemplos más claros se puede ver en el paseo de la Constitución, donde es muy evidente la diferencia entre la calidad del asfaltado de la parte que usan los vehículos y la que usan los ciclistas.

Otro de los problemas que se han detectado es la ausencia de separadores. Es un fenómeno recurrente, especialmente en las curvas de los carriles bici. Los coches y, sobre todo, los autobuses tienden a cerrarse hacia el carril bici, tocan el armadillo y este acaba saliéndose. En la avenida de Valencia hay más de cien metros sin separadores, en Constitución han saltado unos cuantos, en la plaza de San Miguel, también... Por eso, los colectivos ciclistas reclaman que, especialmente en los puntos más peligrosos, se pongan separadores de cemento, como se hizo recientemente en la calle Santander.

Partida para mantenimiento

El Ayuntamiento tiene una partida reservada para el mantenimiento de los carriles bici, que se suele usar para el repintado y mejora de la infraestructura ciclista. Sin embargo, estos fondos en ocasiones también se utilizan para hacer pequeñas obras de conexión en tramos que están mal enlazados, e incluso para crear nuevas vías para bicicletas.

El gobierno de la ciudad, consciente de que la red de carriles bici sigue en aumento, y de que los gastos de mantenimiento se incrementarán progresivamente, ha duplicado este año la partida para estas labores. De los 100.000 euros que había en el presupuesto del año pasado, en 2018 se ha pasado a 200.000. Perico Ruiz, de Pedalea, dice que está bien que este dinero se utilice para pequeñas obras de conexión de carriles bici, pero señala que "también se debe usar para arreglar lo que hay", porque –a su juicio– "cada vez es más evidente el mal estado de la red".

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