"El Oliver es un barrio creado por inmigrantes"

Manuel Clavero, presidente de la asociación de vecinos del barrio, destaca que la presencia de hasta 109 nacionalidades "no genera grandes conflictos" y destaca "los momentos de encuentro" en el vecindario.

En algunos colegios del barrio, el porcentaje de alumnado inmigrante es muy alto, hasta rozar el 100%. En la imagen, chavales del colegio público Fernando el Católico en 2016.
En algunos colegios del barrio, el porcentaje de alumnado inmigrante es muy alto, hasta rozar el 100%. En la imagen, chavales del colegio público Fernando el Católico en 2016.
Oliver Duch

Si Zaragoza fuera una delegación de la ONU, el distrito Oliver-Valdefierro sería su sede. En esta zona hay vecinos empadronados procedentes de 109 países, el mayor número de la ciudad (Las Delicias tiene 108). Pese a no ser una de las zonas de la capital aragonesa con un mayor porcentaje de inmigrantes, ya que está en la media de la ciudad, su variedad es muy notable.

De los 109 países con representación en Oliver-Valdefierro, 35 son europeos, 31 africanos, 23 americanos, 19 asiáticos y uno de Oceanía. En el listado están todas las naciones de la Unión Europea salvo Chipre, Luxemburgo y Malta. El país con más presencia es Rumanía (1.298 empadronados), seguido de Marruecos (686), Argelia (170), China (134), Gambia (133), Colombia (122), Senegal (121) y Ecuador (118).

No se trata de un fenómeno nuevo. Ya en sus orígenes, “el Oliver fue un barrio creado por los inmigrantes”, como recuerda Manuel Clavero, presidente de la asociación de vecinos Oliver. Ahora, precisamente, se celebra el centenario del nacimiento del barrio. “En los años 20 surge como una zona periférica que va acogiendo a la gente que viene de fuera. Superada la Guerra Civil, ocurre lo mismo. Y en los 60 atrae a población rural de Aragón, pero también a muchos andaluces y extremeños”, explica Clavero.

Ya a partir de los 80, los nuevos vecinos empiezan a llegar de otros países: “Antes venían inmigrantes de un entorno cercano, y ahora lo hacen de uno más lejano”, simplifica Clavero. Los primeros, recuerda, eran de Cabo Verde. Ahora, de hasta 109 países diferentes, según los últimos datos del padrón. A su juicio, hay “un maremágnum de razones” por las que el Oliver atrae a estos nuevos vecinos, entre las que destaca “su situación periférica, la antigüedad de las viviendas y los bajos recursos” de estas personas.

Como señala este representante vecinal, su presencia es más evidente en el casco histórico del Oliver. Y también en los centros escolares, en algunos de los cuales el porcentaje de chavales inmigrantes roza el cien por cien. La presencia de estas personas, a juicio de Clavero, “no genera grandes conflictos”, a diferencia de lo que ha ocurrido, en ocasiones “con otro tipo de población”.

Apunta que “no se trata de un grupo compacto”, sino que “los senegaleses se juntan con los senegaleses, los argelinos con los argelinos…”. “Cuando nuestros padres tuvieron que emigrar a Suiza, se juntaban con españoles que estaban allí, aunque fueran tan inmigrantes como los polacos o los portugueses”, resalta Clavero.

Pese a ello, destaca que también “hay momentos de encuentro” con los vecinos procedentes de lugares lejanos, generalmente a través de “actividades que se hacen en el barrio” y que cuentan con la participación de todos.

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