Un río convertido en espectáculo al paso por la capital

Miles de zaragozanos y visitantes se acercaron a las riberas para observar la crecida. Los bomberos tuvieron que achicar en las Tenerías agua que se coló por el freático.

Los zaragozanos se acercaron al puente de Santiago y a las riberas para seguir la evolución de la crecida.
Los zaragozanos se acercaron al puente de Santiago y a las riberas para seguir la evolución de la crecida.
Aránzazu Navarro

El Ebro se convirtió este domingo en lo más fotografiado de la ciudad. Nadie quería dejar de tener una instantánea o un vídeo de la crecida, hasta el punto de llenar las riberas en todo el tramo urbano, desde el puente del Cuarto Cinturón hasta el azud. El río se convirtió en un auténtico espectáculo y en un inagotable foco de conversación. "Vinimos a verlo en 2015 y en esta ocasión baja con mucha fuerza, pero de forma más constante y sin inundar tanto, la verdad", comentó Esteban, que acudió nada más acabar el partido de su hijo Mario para ver la evolución de la crecida aguas arriba de la Expo.

Daba igual a donde se mirase. Las orillas estaban atestadas de zaragozanos de todas las edades. Para algunos, como Seif Bellouati, era la primera vez que comprobaba la bravura del río más caudaloso de la península. No recuerda la avenida de hace tres años porque entonces solo tenía seis. "El río baja muy grande, en el país de mi familia, Argelia, es imposible ver esto", señalaba sin esconder su timidez subido a la mota del Actur.

Otros, pertrechados con prismáticos, observaban desde el altozano de Juslibol la lámina de la inundación por los campos cercanos a la ciudad. "Impresiona la estampa. El agua está cerca del tablero del viaducto sobre la Ronda Norte y no paran de pasar troncos. No me quiero ni imaginar qué sucedería si se repitiera la avenida de 1960, que duplicó con creces el caudal", señalaba Miguel Pérez.

Riada de curiosos

Algunos de los que sí la vivieron explicaban en Monzalbarba al punto de la mañana que el agua no entró entonces mucho más que en esta ocasión. A los pies de la carretera cortada a Alfocea, Jesús Gracia daba la explicación que se repite en muchos pueblos de la ribera zaragozana: "El cauce tenía más capacidad porque estaba limpio, mientras que ahora hay un montón de gravas y te puedes encontrar todos los tamarices que quieras. Y ojo con que te vean llevarte una rama, aunque esté seca".

En la misma línea se pronunciaba José Luis, que aún se acuerda como hace sesenta años iba al colegio Virgen del Pilar a bordo de los camiones que a diario se llevaban las gravas del cauce. "Ahora, como no se puede extraer, el agua está muy cerca de las motas cuando baja crecido", añadía en otro camino inundado que impedía acercarse a un chalé y a las anegadas piscinas.

El agua también se coló en el Tercer Cinturón, pero en este caso por filtración del freático y obligó a la Policía Local a cortar el tráfico en sentido La Jota. En la margen derecha, en Tenerías, los bomberos tuvieron que acudir para achicar el agua de los cuartos de contadores y evitar que los bloques se quedaran sin luz. También hicieron lo propio con electrobombas en un transformador construido igualmente bajo el nivel de la calle. "No ha habido incidencias, aunque los buceadores se han desplegado en Helios por precaución y, de paso, hacer prácticas", indicaban fuentes del Cuerpo de Bomberos.

La entrada al club deportivo quedó inutilizada porque el agua se coló hasta la arboleda de Macanaz. Justo enfrente, en el puente de Santiago, muchos fotografiaban el medidor de altura del río: al mediodía rozaba los cinco metros. Aguas arriba, junto al puente de La Almozara, la lámina de agua también anegó los bajos del complejo hostelero del Aura. Los 2.000 metros cúbicos por segundo que estuvieron pasando a lo largo de la jornada cubrían por completo el graderío de la Expo y solo dejaban apreciar los remates de las sujeciones del antiguo embarcadero.

Justo al lado, el quiosco ‘Luna nueva’ hacía su particular agosto gracias a la crecida, que llenó hasta los topes su terraza. De haber llegado con unos centímetros más hubiera sido una ruina de fin de semana, pero no hizo falta siquiera colocar los sacos de arena que estaban acumulados junto al local. "Hemos atendido a mucha gente, calculo que un 30% más que un día normal de domingo", apuntaba tras asegurar que el personal de la Expo les había avisado con días de antelación de que no tendrían problemas.

En la Ciudad de la Justicia fueron igualmente previsores y tenían las bombas de achique preparadas, ya que la parte baja del complejo podría sufrir problemas con el freático. El aparcamiento estaba cerrado y los carteles colocados en las valles indicaban que seguirán así hasta el miércoles.

Los más afectados seguían siendo los vecinos de Alfocea, que como consecuencia de la crecida tenían que llegar a sus casas en convoy a través del campo de maniobras de San Gregorio, escoltados por los militares y la Guardia Civil. Mientras, miles de personas se arremolinaban en las riberas y en los puentes. "Esto es verdaderamente un espectáculo", apuntaba Pilar Pérez.

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