"Gracias al trabajo me pude quitar el sambenito de la discapacidad"

Cristina París, zaragozana de 44 años, volvió a trabajar en febrero después de estar desempleada un año a causa de un trastorno mental que la incapacitó durante mucho tiempo.

La zaragozana Cristina París, de 44 años, trabaja de auxiliar administrativa gracias a un curso de la Fundación Adecco.
La zaragozana Cristina París, de 44 años, trabaja de auxiliar administrativa gracias a un curso de la Fundación Adecco.
C. P.

"Yo digo que tengo tres 'taras': soy mujer, con una discapacidad y a punto de cumplir 45 años". Así se presenta en tono de broma Cristina París, una zaragozana que, después de encontrar empleo y recuperar con él su autoestima, se atreve a hablar sin tapujos de la situación de exclusión que enfrentan miles de mujeres dentro y fuera de Aragón. En su caso, con el 'hándicap' de sufrir también un trastorno de personalidad.

"Cuando yo buscaba empleo, en la década de los 30, la pregunta era 'cuándo vas a ser madre'. Te miran como un peligro por si vas a faltar o reducir jornadas. Luego llegas a los 40 y tienes que dar otra imagen, porque siendo mujer es imperativo estar monísima y a ser posible aparentar menos de lo que tienes... Entonces me di de frente con el problema grave, me quitaron la incapacidad y volví al mercado laboral después de varios años sin trabajar; con casi 44 y una discapacidad del 44% te encuentras desvalido", afirma París, quien gracias a la Fundación Adecco acaba de encontrar un empleo de auxiliar administrativa en la empresa donde hizo las prácticas y se ha quitado al fin el 'sambenito' de la discapacidad.

La suya -reconoce- no es de las situaciones más graves, pero sí que durante años ha tenido que lidiar con numerosos obstáculos que le han hecho sentirse "excluida" por una u otra razón. "Hasta el momento que me diagnosticaron la enfermedad tuve los problemas que tiene cualquier mujer. Pero cuando esta se me dispara y me incapacita para trabajar totalmente, el trastorno de personalidad que tengo todavía me dificultaba más la búsqueda de empleo", confiesa hoy recuperada.

Según un informe de la Fundación Adecco, la discapacidad es uno de los factores que eleva el riesgo de exclusión social de las mujeres, convirtiéndolas de hecho en "la ficha más débil en el tablero del empleo", pues a los prejuicios derivados del sexo (maternidad, posibles incapacidades temporales, etc.), hay que añadir la discriminación que a menudo sufren estas personas. "Donde encontré más apoyo para salir adelante fue en la Fundación y en otras asociaciones que trabajan con personas con discapacidad, pero en todos los sitios en los que busqué empleo me incidieron mucho en que no hablara del tipo de discapacidad que tenía", puntualiza Cristina, quien se define como una persona un poco "rebelde". Precisamente esa actitud ha sido la que le ha ayudado a dejar atrás el miedo y los prejuicios para hablar de su enfermedad abiertamente, convencida de que su testimonio puede ser un "claro ejemplo de resiliencia" que ayude a otros. "La enfermedad mental va a estar ahí toda la vida pero yo he aprendido a vivir con ello sin que me incapacite de forma vital, y aunque una recaída puede pasar, no tengo por qué negarlo. Si lo dices de una forma natural, creo que se comprende mejor que si intentas ocultarlo", defiende esta zaragozana.

Gracias a la Fundación Adecco y a una búsqueda de empleo activa a la que no renunció en un año, su historia ha tenido un final feliz. "El curso que hice mi abrió la puerta, me ayudó a reciclarme después de tantos años sin trabajar. El poder hacer prácticas en una empresa es la mejor manera de que te conozcan, porque si te ven trabajando tu discapacidad pasa a un segundo plano y la subida de autoestima es inimaginable", asegura.

En esta lucha contra la enfermedad, Cristina ha recibido también apoyo en una unidad específica que hay en el Hospital Provincial de Zaragoza, donde estuvo internada para salir adelante a raíz de una recaída. "Cuando empecé a buscar empleo todavía andaba con bastón. A mí me han salvado la vida y gracias a eso estoy apta para trabajar. El tratamiento funcionó y voy a convivir con el trastorno toda mi vida, pero ahora lo tengo controlado y puedo hacer uso de esa unidad siempre que lo necesite", explica.

Ya recuperada, y tras acabar en diciembre el curso de auxiliar de la Fundación Adecco, en febrero la llamaron para incorporarse a su actual puesto de trabajo, en el despacho donde hizo las prácticas. "Estando en el paro mi mayor miedo era cómo enfrentarme a esa realidad de tener que inventarme los días... Tener una responsabilidad diaria –aunque trabaje media jornada- y saber que de lunes a viernes vas a hacer algo productivo, que te ganas tu propio salario, es muy importante. Yo creo que para cualquier persona el sentirse útil en la sociedad y no tener que inventar cada día qué vas a hacer es algo fundamental", dice con una sonrisa.

Conforme se aproxima el día 8, Día Internacional de la Mujer, Cristina reflexiona y piensa en todas las situaciones que le tocan de cerca, incluida la suya; siente que hay muchas mujeres que lo tienen "muchísimo peor" y afirma que la exclusión existe en muchos ámbitos. "La primera criba muchas veces la hacen en el currículum, ya solo por el hecho de la edad, de la discapacidad o de ser mujer. Yo no sé si lograremos la igualdad de todo tipo, pero tal vez cuando los currículos vayan sin foto, sin edad y sin nombre, cuando no haya ninguna referencia alguna a la persona, sino a su trayectoria profesional, que es de lo que se trata cuando vas a trabajar, habremos mejorado algo", añade.

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