Una mirada a la Zaragoza más 'vintage' en línea recta desde el Ebro

San Vicente de Paúl se abrió paso a través de 20 callejuelas con el derribo de 154 edificios. Hoy rezuma música clásica, moda alternativa, mercados y jueves de pinchos.

El tráfico, protagonista en la calle de San Vicente de Paúl. oliver duch
El tráfico, protagonista en la calle de San Vicente de Paúl. oliver duch
Oliver Duch

Avista de pájaro, se despliega recta como una regla sobre un enrevesado entramado de callejuelas típico de cualquier casco histórico. Es San Vicente de Paúl, y con estas características está claro que nació de un proyecto de reforma urbanística interior de las que tanto proliferaron entre los siglos XIX y XX. Su nacimiento llegó en 1939 y se llevó por delante 154 edificios –que ocupaban casi 30.000 metros cuadrados– y una veintena de calles. Ya se había intentado en los años 1869, 1887 y 1905.

Zaragoza calle a calle: San Vicente de Paúl

Las obras se prolongaron durante tres lustros y permitieron conectar el Coso con el río Ebro, una reiterada aspiración de los arquitectos municipales de Zaragoza. Se consiguió con las calles de Alfonso I y Don Jaime, pero no con la vía que, a través de Cinegia, debía prolongar Independencia hasta la basílica del Pilar. Según los archivos de la ciudad, las vías afectadas por la construcción de San Vicente de Paúl fueron Cíngulo, Conde de Alperche, Chantre, parte de Garro, Graneros, Grillo, Laberinto, Lezaún, parte de Monserrate, Olivo, plaza de la Cebada, plazuela de la Leña, del Reino, de Talayero, y de Tejedores, así como las calles de Red, Retiro, Rosa, Sartén y Yedra.

"Siendo de reciente construcción, tiene un aire de algo viejo. Es el espíritu, tal vez, de las callejuelas que nutrieron su ser", reflejaba de forma concisa una crónica de HERALDO de 1969 sobre esta calle. Una definición que no se aleja mucho del actual espíritu de San Vicente de Paúl. "Esto no es Alfonso ni Don Jaime, pero también pasa gente y la clientela es muy fiel", defiende Maite Navarro, dependienta de Frivolité, una tienda de Carlos Benedico especializada en antigüedades de textil y artículos ‘vintage’, "de los de verdad", aclara, como sombreros, ropa de época, encajes, mantillas...

En el interior del establecimiento –con una decoración y artículos dignos de un museo–, Navarro charla con María Rosa Lanao, una de esas clientas "de toda la vida" con especial interés en "las cadenas para abanicos, para los días especiales como el Rosario o la Ofrenda", y coinciden en que la calle "ha evolucionado a mejor, cada vez hay más gente joven".

Lo mismo opina Ana Álvarez, que a pocos metros de distancia regenta la joyería artesanal Femme d’Argent. "Los alquileres son un poco caros, pero es que está muy céntrico y hay piso preciosos", explica, a la vez que recuerda que "se nota un ambiente muy bueno, con gente joven, tiendas alternativas, el juepincho...". En efecto, algunas de las viviendas de la zona evocan a tiempos lejanos y vecinos ilustres, como el matador de toros Braulio Lausín López, ‘Gitanillo de Ricla’, una de las figuras más importantes de la tauromaquia aragonesa que "vivió y murió" en el número 1 de la calle, como recuerda una placa.

O el propio José de Palafox, cuyo palacio mantiene –en parte, tras varias reformas– el aire de caserón señorial. A su lado, un peculiar edificio es sede desde hace 22 años del Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza, aunque hace tiempo que se quedó pequeño. "Se adecuó para 350 alumnos y estamos más de 700", denuncia José Ramón Benito, presidente de la asociación de Madres y Padres ‘Pilar Bayona’ del centro. A su juicio, "es una pena que haya chavales que se queden sin plaza por falta de espacio", y reclama una nueva sede, pese a que el Conservatorio "está muy integrado en el barrio y participa por ejemplo del PICH con conciertos", reconoce Benito.

El inmueble que ocupan cuenta con catalogación –por lo que poco puede ser modificado para las necesidades actuales– y fue proyectado en 1930 para la ‘Escuela Superior Aneja a la Normal de Maestros’, después Grupo Escolar Palafox. Se construyó sobre el solar que ocupó la casa de los Batista de Lanuza (siglo XVI) y fue uno de los tres centros escolares con que llegó a contar la calle, junto a Las Paulas (en el número 31) y a Maristas (nº 13-15), que ahora es sede del Gobierno de Aragón, en un monumental edificio de 1946 que da a la plaza de San Pedro Nolasco. En total, 30 inmuebles cuentan con algún nivel de protección por su interés histórico o arquitectónico.

Entre ellos se encuentra el mercado de San Vicente de Paúl, que fue diseñado en 1945 por los arquitectos municipales José Beltrán y José de Yarza, en un proyecto que incluyó viviendas. En 2010 fue reformado y hoy es uno de los puntos de encuentro de los vecinos de la calle. Ana Álvarez reconoce que en las aceras y fachadas de la zona "hay muchas pintadas, y falta algo de limpieza", así como "decoración en Navidad, para que no esté sosa", pero se muestra "encantada" con el sitio que ocupa en el centro de la ciudad.

Casa Palafox, un palacio que es historia viva de Zaragoza

Aunque su origen se remonta al siglo XVI, cuando se construyó esta mansión para Juan de Albión en la antigua plaza del Reino, su fama llega hasta el presente por sus posteriores inquilinos. En el siglo XVII fue adquirida por los marqueses de Lazán, y décadas después, en 1775, la casa vio nacer a José de Palafox y Melci, proclamado en 1808 Capitán General de Aragón y posteriormente Duque de Zaragoza. La casa fue Capitanía General de Aragón hasta pasar al edificio de la plaza de Aragón. En 1890 los propietarios del caserón, los Condes de Bureta, lo cedieron gratuitamente a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que le dieron diferentes usos (orfanato, asilo...). Pero el edificio fue sufriendo el paso del tiempo y requirió de una costosa reforma que propició la devolución del inmueble y la construcción de viviendas.

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