"¿Cómo funciona esta máquina del demonio?"

Hace 25 años se estrenaron los primeros parquímetros en Zaragoza. Se pintaron 862 plazas de aparcamiento regulado (hoy son 6.534) y la hora se cobraba a 75 pesetas.

El 15 de febrero de 1993 pocos zaragozanos ocultaron su perplejidad y antipatía frente a unas máquinas, con una pequeña pantalla "y unos botoncitos de los colores del parchís", decían.
El 15 de febrero de 1993 pocos zaragozanos ocultaron su perplejidad y antipatía frente a unas máquinas, con una pequeña pantalla "y unos botoncitos de los colores del parchís", decían.
ARCHIVO HERALDO

En febrero de 1993, la ‘Belle époque’ de Trueba acaparaba las nominaciones a los Goya y Mario Conde hacía sus últimos tejemanejes antes de la intervención de Banesto. El Fiat Cinquecento era el coche del año y en Zaragoza los ciudadanos se preparaban para convivir con extraños postes metálicos coronados con una enorme ‘P’. Hace justo 25 años se estrenaron en la capital aragonesa los primeros parquímetros, que –según insistían desde el Ayuntamiento– no eran una "medida recaudatoria" sino que suponían "un nuevo servicio para los ciudadanos". Servicio –eso sí– que obligaba rascarse el bolsillo y entonces los zaragozanos no parecían muy por la labor de pagar por aparcar...

El reino del estacionamiento de pago lo controlaba entonces la empresa Dornier y se extendía a lo largo de 25 calles que de la noche a la mañana aparecieron repletas de sospechosas líneas azules. Rayas en la calzada que tardarían en mancharse porque los primeros días de entrada en funcionamiento de la zona azul la ocupación de las 862 plazas reservadas fue excepcionalmente baja. "La gente sabe que en estas calles, o se paga o no se aparca", decía un policía local, explicando que los conductores preferían buscar vías adyacentes antes de gastar dinero. Es más, había agentes que, incluso, ‘sotto voce’, ponían en duda el futuro de la medida adoptada por el entonces concejal de Tráfico socialista Santiago Aldea.

Las tarifas originales para el estacionamiento de rotación eran de 25 pesetas (15 céntimos) para el periodo mínimo (de 20 minutos), 75 pesetas para la primera hora y 100 más para la segunda consecutiva. Se decía que eran precios "razonables", si bien las multas por exceder el tiempo de estacionamiento o por no dejar el tiquet visible sí eran más abultadas: hasta 10.000 pesetas (lo que vendrían a ser hoy 60 euros). "Estos socialistas nos cobran hasta por respirar", era lo más amable que decían los primeros ‘paganos’, "a veces aderezado con tacos y juramentos", según se lee en la crónica del estreno en el HERALDO.

"Los ciudadanos se acostumbrarán y entenderán que es una medida positiva contra el tráfico", se justificaba entonces el alcalde Antonio González Triviño, cuyo gobierno no tardó en hacer informes (lo mismo sucede hoy con los carriles bici) sobre la fluidez que había ganado el tráfico con esta medida.

Lenta expansión

Las primeras zonas azules se extendían por las calles y plazas situadas junto a la plaza de toros, el edificio Pignatelli y la Delegación de Hacienda. También se reservaron plazas en la zona que va desde el paseo de la Independencia a la plaza de Los Sitios, en el entorno de San Pedro Nolasco, así como en el paseo de las Damas y el camino de las Torres. A los pocos meses, en mayo de 1993, la presión popular y las reclamaciones de las asociaciones de consumidores obligaron a acelerar la creación de las zonas naranjas para residentes. Los parquímetros se fueron extendiendo por los barrios sin prisa pero sin pausa hasta llegar al más populoso y uno de los más guerreros, Las Delicias, ya en el año 1999.

Déficit de plazas

Hoy en día son 6.543 las plazas de estacionamiento regulado que hay en Zaragoza (3.948 azules y 2.586 naranjas), si bien el Ayuntamiento aún mantiene un déficit con la contratista, que ahora es Z+M, unión de empresas integrada por Vinci Park y Mariano López Navarro.

El área de Movilidad confirma que se le deben a la concesionaria unas 240 plazas más y, aunque se han estudiado y valorado varias calles para implantar nueva zona azul (Miraflores, Cesáreo Alierta, Vicente Berdusán...), todas las propuestas se han quedado atascadas en las juntas de distrito de los respectivos barrios.

Al menos, se han superado ya algunas de las dudas de hace 25 años pues entonces, incluso, se puso en entredicho la legalidad de las multas y se cuestionó la autoridad de los vigilantes. Y eso que durante unas semanas ‘patrullaron’ con azafatas vestidas de amarillo limón que explicaban el funcionamiento de "las endemoniadas máquinas" e incluso ilustraban a los usuarios con un poco de historia: "El inventor de estos aparatos fue un señor de Oklahoma, donde se estrenó el primer parquímetro en 1935"...

Poco imaginaban entonces que el futuro de la zona azul pasaría por los paneles solares que se instalaron en 2011, por pagar con el teléfono móvil o, incluso, monitorizar con aplicaciones informáticas las plazas libres.

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