Una barrera que podría favorecer el botellón en la plaza del Pilar

La construcción de unas escaleras genera malestar entre los vecinos por su irregularidad y temen que puedan promover “una sentada nocturna de los que acostumbran a beber en la calle”.

Estado de las obras de las escaleras de la plaza del Pilar
Estado de las obras de las escaleras de la plaza del Pilar
L. M.

Los vecinos de la plaza del Pilar no dan crédito tras ver finalizada la obra de las escaleras que conectan la calle de Santiago con el edificio de la delegación del Gobierno.  Los escalones van disminuyendo de tamaño y longitud de forma progresiva y se cortan de manera irregular, lo que ya ha provocado los primeros tropiezos de los viandantes. El acceso es “un parche muy mal pensado y gestionado. Todavía están las vallas y no se ha estrenado, por lo que esperamos que se pueda poner solución”, cuenta María Sánchez (nombre ficticio), una de las vecinas de la plaza del Pilar.

El muro que iba desde la calle de Santiago hasta la oficina de Turismo de la plaza se ha mantenido, pero se ha dejado un pequeño hueco entre él y la primera escalera. “El otro día una señora mayor fue a apoyarse en el muro y se cayó en ese espacio, tuve que ir a cogerla”, dice la vecina. Alfonso Hernando, trabajador de la zona, asegura que también ha presenciado algún tropiezo y no comprende por qué, siendo una obra nueva, no se han aplicado otras medidas, como construir una rampa continua, “para acabar con las barreras arquitectónicas y los problemas de accesibilidad”.

El vecindario se ha puesto en contacto con la Fundación de Disminuidos Físicos de Aragón para unir fuerzas antes de que sea demasiado tarde, porque “la obra está generando inseguridad y esta zona es muy transitada tanto por zaragozanos como por turistas”. Sánchez incide en que “el 90% de los residentes en el Casco Viejo supera los 70 años, por lo que habría que facilitarles los accesos”.

Al problema arquitectónico se suma el de falta de salubridad que vivieron en meses anteriores en ese espacio debido a la presencia de una plaga de ratas de gran envergadura. “Solo se hizo algo al respecto cuando lo denunciamos en los medios, durante un mes y medio nuestras quejas fueron desoídas y esperamos que no suceda lo mismo ahora con el asunto de las escaleras”, sentencia la vecina afectada, quien invita a todos los ciudadanos a que se pasen por ellas para constatar su estado.

Los residentes de la plaza del Pilar lamentan no haber sido consultados antes de que empezaran los trabajos de obra, porque “repercuten en nuestro día a día y entre todos seguro que podríamos haber aportado ideas mejores y no esta chapuza”. Además, temen que las escaleras puedan promover “una sentada nocturna de las personas que acostumbran a beber en la calle, ya que se encuentran muy próximas a los bares del Casco”.

Sánchez sostiene que llevan más de una década “luchando jueves, viernes y sábados para acabar con la lacra del botellón”. El principal problema viene derivado del bar Da Luxe, que funciona con una licencia de cafetería y permanece abierto, dicen los vecinos, “hasta las 7.00”. Los que acuden a él tienen la costumbre de salir a la calle a beber, y los vecinos amanecen al día siguiente con la vía “llena de vasos, botellas y orines”. Según señalan, en abril cumplirán “12 años peleando contra este asunto” y no entienden que no haya ningún tipo de multa para los bares que potencian ese tipo de prácticas. De este modo, esperan que el Ayuntamiento de Zaragoza aplique medidas como el reciente expediente que ha abierto a uno de los establecimientos (La Enagua) de la zona de bares del Rollo por vender alcohol para su consumo en la vía pública.

Los afectados han intentado hablar con los dueños del bar para “rogarles que acaben con el problema, pero siempre nos responden que no pueden hacer nada, igual que la Policía Local”. Sánchez cuenta que les ha llamado en más de una ocasión “desesperada”, pero la última vez, cuando comunicó que a las 5.00 había medio centenar de personas bebiendo en la calle, un policía le dijo que “en este país hay libertad”. Los vecinos subrayan que también tienen que tener ellos “libertad para dormir en nuestras casas” y confían  en que en un futuro “el derecho al descanso sea prioritario ante cualquier tipo de negocio”.

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