Dos médicos apreciaron lesiones específicas de maltrato en los hijos de los acusados de infanticidio

Declaran que tanto la bebé de 26 días que murió como el niño que sobrevivió fueron zarandeados con mucha fuerza

Rachid B. y Bouchra S., durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Rachid B. y Bouchra S., durante el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
José Miguel Marco

Los dos hijos de Rachid B. y Bouchra S. que ingresaron en el Hospital Infantil presentaban graves lesiones compatibles con el síndrome del lactante zarandeado. Uno de ellos, una niña, murió a los 29 días de vida y el otro se lo retiraron con dos meses y medio tras detectarle múltiples fracturas en piernas y costillas.

La pediatra que en julio de 2015 asistió al pequeño ha explicado este jueves al tribunal popular que juzga en la Audiencia de Zaragoza a sus padres (a ella por lesiones y a él además por asesinato) que el niño tenía lesiones "altamente específicas de maltrato". Ha relatado que las fracturas presentaba en ambas piernas eran producto de un violento balanceo que produce torsión en los huesos  y, respecto a las de las costillas, la única explicación que encontró fue que le apretaron el tórax con mucha fuerza, más de la que se ejerce en unas maniobras de reanimación.

Por su parte, el médico que atendió a la niña de apenas un mes que murió en abril de 2014 ha declarado que la causa fue una parada cardiorrespiratoria producida por unas graves hemorragias intracraneales y retinianas. Como su colega, el doctor ha manifestado al tribunal que su conclusión fue que la niña había sido sacudida con violencia. Un zarandeo de "bastante gravedad", teniendo en cuenta que la pequeña llegó prácticamente en estado de muerte encefálica.

En aquella ocasión, el padre dijo a los médicos que estaba jugando con su hija moviéndola hacia arriba y hacia abajo y que se le cayó sobre las rodillas golpeándose en el occipital. El hospital dio parte al juzgado y el caso se archivó como muerte accidental. Sin embargo, un año después, cuando los padres llevaron a su hijo al Infantil, la doctora que lo atendió sospechó tanto de las explicaciones que la pareja le dio sobre lo que le podía pasar al pequeño como de su fría actitud y relacionó el caso con el de su hermana.

"Trajeron al niño porque no comía bien y tenía mucha irritabilidad. Llamaba la atención el hecho de que no se movía y cuando lo tocabas lloraba. Al ver un bulto en la espalda pregunté a los papás y me dijeron que podía ser de que habían hecho un viaje y estuvo tres horas con el chupete detrás. Me pareció muy raro", ha contado.

La médico ha añadido que pidió radiografías y gammagrafías y descubrió que tenía múltiples fracturas "muy sugestivas" de haber sido causadas externamente. No obstante, habló con los padres e hizo múltiples pruebas para descartar otras posibles razones de las fracturas, como la enfermedad de los huesos de cristal, un traumatismo en el parto, una sífilis hereditaria o incluso la falta de vitamina D, que la madre admitió que no se la proporcionaba al niño ni la tomaba ella, pero descartó todas ellas. Ante la posibilidad de que el raquitismo, causado por la deficiencia de esa vitamina, pudiera provocar fracturas de huesos, la pediatra lo rechazó con rotundidad: "El raquitismo no produce fracturas y menos en huesos tan pequeños, que son como plastilina. Causa deformidad en los huesos cuando se carga peso sobre ellos, pero no en un bebé que no se mueve", ha expresado ante el tribunal.

La especialista descartó igualmente que las fracturas en las costillas pudieran tener su origen en la costumbre magrebí de fajar a los niños con una sábana y atarlos con cintas de algodón para que no se muevan. "Es imposible. Si se sujetan también los brazos para romper las costillas tendrían antes que asfixiar al niño", ha dicho.

Los médicos forenses serán los próximos en declarar en la vista oral.

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